domingo, 13 de mayo de 2007

Viajando y Filosofando, cronicas de un Salvadoreno como ciudadano del mundo



VIAJANDO Y FILOSOFANDO:
CRONICAS DE UN SALVADOREÑO COMO CIUDADANO DEL MUNDO
En las últimas entregas he mencionado muchas experiencias que causaron el desarrollo de una curiosidad temprana por descubrir el mundo, que poco a poco se fue convirtiendo en una pasión casi obsesiva de ir más allá de las fronteras patrias y buscar las respuestas que como ser humano siempre he tenido con relación a la misión que pudiese tener en este mundo. Es muy interesante el giro que este libro está tomando con la influencia cibernética que ustedes han tenido sobre el material, la forma y el contexto de lo que estoy escribiendo.
Cuándo comencé el proyecto hace dos semanas, no tenía la más mínima idea de qué dirección iba a tomar con mis escritos... ¿Iba a ser una novela? ¿Iban a ser cuentos cortos? ¿O sencillamente una descripción en prosa de relatos de viajes?
Hasta el momento no he comenzado el relato del viaje que sirvió de inspiración para escribir estas líneas y realmente no ha sido a propósito. La introspección a mi mundo mental nos ha llevado por otro recorrido, que ha servido para sentar las bases de un conocimiento acerca del protagonista, que poco a poco podrán apreciar de una forma más profunda. El famoso ”Gran Tour Americano” comenzó exactamente hace un mes... 25 de julio de 2003 y aún no he contado absolutamente nada del mismo. Lo que he escrito hasta el momento son “crónicas de viajes” y sin elementos descriptivos de la vida o el ambiente que me ha rodeado en cada destino diferente que he mencionado.
El viaje ha sido hasta ahora de exploración interna y de confesión pública acerca de lo que pasa por mi mente, por lo que siento al respecto y por la ilusión eterna de vivir afuera del terruño que me vio nacer... Es por eso y por los muy buenos comentarios de Henry, un amigo colombiano, quien a pesar de no quererlo, es el único filósofo viviente que conozco, y de quien ya hablare en su momento, que el giro de la obra es de crónicas de vida, relatos cortos entrelazados cuyo sentido es compartir con ustedes un poco de la magia de estar en contacto con otras personas, otras culturas y trasladarlo en una historia. Es así, como hemos creado entre todos un título para esta obra: “VIAJANDO Y FILOSOFANDO, CRONICAS DE UN SALVADOREÑO COMO CIUDADANO DEL MUNDO”
Este será el título final.

Antes de irme, dos cartas...
La primera es de María Isabel, mi ex-esposa y amiga, con quien compartimos muchas experiencias de viaje... Recuerdan que en mi entrega anterior pregunté si el fenómeno migratorio era algo que afectaba solo a El Salvador... He aquí la carta:
"Pero es este un fenómeno que afecta solo a El Salvador?"

De acuerdo a las últimas estadísticas de la ONU, El 30% de la población mundial
está desplazada (no vive en sus lugares de orígen)...entre los países citados
con mayor número de ciudadanos viviendo fuera de las fronteras patrias: EL
SALVADOR!!!! (oído hace unos días en la Deutsche Welle!...te lo mando como dato
interesante!)
saludos,

La segunda carta es un fragmento de la nota que Henry, mi amigo colombiano, quien da una crítica constructiva muy buena para mi proyecto:

“Hola Walter,
Estaba leyendo el texto que me enviaste y repentinamente me asalto una idea que quizás puedas incluir en tu libro, cuyo titulo solo merece que se le cambie una palabra, en vez de “Aventuras” deberían ser “Crónicas”, porque si te remontas al significado de la palabra, sabrás que la crónica sigue el camino del tiempo, y en pocas palabras, tu “crónica” ha cumplido cabalmente con esa labor.
Y cuando esa idea me asaltaba, también me asaltó otra idea absurda: ¿quién necesita a un filósofo? Lo digo más por mi experiencia cuando decidí seguir el camino de la ciencia, y acabé estrellado en un mundo diferente (Henry estaba estudiando Filosofía cuando lo conocí). Filosofar no es más que dedicar mucho tiempo a una idea cuya abstracción está tan fuera de nuestro alcance, que sólo podemos filosofar sobre ella, más creo que tú realmente has estado haciendo reflexión profunda, has meditado y has mirado dentro de ti, has hecho una vulgar introspección. Pero lo bueno es que has contado con mucha gente que te aprecia y que te admira para seguir tan difícil camino como es el de contar una historia y no morir en el intento. Y así lo pensé cuando nombraste a tus amigos y ellos a su vez reenviaron tu correo, ¿cuántos se habrán detenido a mirar uno de tantos reenvíos? Yo personalmente nunca los leo y sólo presto atención cuando vienen acompañados de un mensaje. Y ahí va otro comentario, sé que ahora suena un poco tonto y sin sentido, pero de todo lo que hablas, hablas tanto que no dices mucho (sólo leyendo entre líneas puede profundizarse), pero que de cierto modo revela tu naturaleza aventurera. Ahora si voy en serio y sé que entenderás que mi crítica no propone nada que quizás tú mismo hayas descubierto, pero a veces necesitamos que nos recuerden las cosas dos veces (y debo ofrecerte mis respetos).
Cuando cuentes tu historia me gustaría mucho ver lo que me estoy imaginando, y como te lo explico: Yo he viajado dos veces fuera de mi país a países vecinos, y sentí como una lágrima que se atoraba en mi corazón cuando veía por primera vez Macchu Picchu, y podría describirte como estaba el sol esa mañana y como iluminó el valle que forma el río en el fondo del cañón mientras una leve llovizna me empapaba la cara, y los animales despertaban haciendo una infinidad de ruidos que mezclados con el palpitar de mi corazón, sonaron como una melodía que entonces y ahora recuerdo como si hubiese sido ayer. Pero ¿cómo es que me fijé en tantos detalles? Porque de niño siempre quise ir más lejos que las montañas que veía en el paisaje diario de Bogotá, y porque cuando veía las fotos de Macchu Picchu siempre me dije que si algún día iba a ir a algún sitio de esos que sólo lees en los libros, iba a entregarme a la fascinación del momento. Aún ahora cuando escribo estas líneas, siento esa misma sensación, pero porque aún cuando tenía 22 años jamás había puesto un pie en un suelo que no fuera el de mi patria, porque aunque te esfuerces mucho, aquí no te dan la oportunidad de nada. Esa es la emoción que te empapa y te llena cuando lees las aventuras de Odisea, y esas aventuras las has vivido tú, y yo quisiera que tus ojos se convirtieran en los míos para ver lo que tu has podido ver y yo solo veo en mi imaginación.
Algo que me pareció memorable es que tu historia tiene ese de tinte de historia de abuelos que llama tanto la atención, porque si piensas, nadie más puede divertirte por horas hablando de lo que ha pasado que tus abuelos, y ese es el toque que me fascina, porque siento que me hablas como si fuera parte de tu familia, como si de hecho yo te conociera de toda la vida (hecho que considero lamentable al no ser de tal modo), y eso debes enfatizar, si comienzas tu historia desde atrás, que se llene de esa magia de olor a comida de la abuela (la memoria más efectiva es la olfativa, por ahí empieza).
Cuando yo viajé por primera vez lo hice completamente sólo, sin dinero y sin conocer a nadie en la ciudad de destino, excepto por mi amiga Carla, a quien a pesar de las circunstancias nunca he podido conocer. Y caminé por 6 horas sólo, sin conocer a nadie, mirando todo alrededor, viendo gente pasar y escuchándolos, prestando atención a su acento, a su humanidad, que a pesar de ser tan igual a la mía tenía algo diferente. Puedo imaginar que tus amigos que han vivido en tantas partes y tú mismo han descubierto que el principio de diferencia está en lo que nos hace iguales, sino piensa que eso que te hace a ti tan único es una característica común en los demás. Cuéntame como caminan los británicos, de lo complicado que es entender a un irlandés, del romanticismo de los griegos, de todas esas cosas que experimentaste en cada uno de esos sitios.
Si hay algo que merece todo un apartado también es aquello de “ciudadano del mundo”, pues en el perfil vas a encontrar que todos somos potenciales ciudadanos, pero que pocos tienen la oportunidad; y allí tienes que hacer que el que ve todas esas posibilidades difíciles de alcanzar, sienta que sólo necesita hacer un pequeño esfuerzo, que no cuesta nada soñar, que no cuesta nada ahorrar, que no cuesta nada de nada. Aún yo con mi típico pesimismo te digo esto, pues en medio de todas las bendiciones que he recibido en mi vida, el único modo que tengo de viajar es viendo los documentales de la Nacional Geographic. Piensa que esos viajes que has hecho, los has hecho por aquellos que no tienen la oportunidad, no sólo el que lee debe calzarse tu zapato, tú debes calzar el zapato del que lee”

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