sábado, 3 de septiembre de 2011

Cuestionando el camino...




Cuantas veces en la vida puede un ser humano cuestionarse el camino que esta recorriendo, el rumbo que se esta llevando y si es lo correcto o no?
Son etapas en la vida de todas las personas o habemos seres mas atormentados que otros?

Cuando uno cree que ya ha encontrado el camino correcto, aparecen seres de la nada que te tratan de convencer que estas equivocado, claro que desde su perspectiva y experiencia personal.
Pero como saber si se ha tomado una buena decision?
El mundo de los negocios propios es un camino tan extrano y solo el instinto, el olfato y la observacion del mercado es lo que puede garantizar que todo salga bien.

Pero que pasa cuando se es un espiritu tan libre que un negocio al cual estar atado no es lo que se quiere? Que pasa cuando hay un mundo afuera por descubrir y la pasion obliga al personaje a recorrer el mundo para encontrar algo que no esta del todo definido?
Deja uno todo y se va a recorrer el mundo?


martes, 1 de marzo de 2011

Zermatt, Suiza



Tengo que confesar que nunca, antes de este viaje, había escuchado el nombre de Zermatt, y si lo hice, pues no le presté atención. Una villa perdida en medio de los Alpes suizos no es como un destino que un típico salvadoreño tiene en mente para sus vacaciones. Pero… había un nombre que desde pequeño resonó en mi mente: el Matternhorn.

¿Cómo un niño puede saber lo que es el Matternhorn, una montaña nevada de forma piramidal en medio de Suiza? Sencillo, en el Parque de Disneyland en California, una de las atracciones es (o era, pues no sé si aún existe) una montaña rusa llamada “Matternhorn”, la cual está inspirada en este lugar. Yo creo que su servidor tendría como 4 años cuando sus padres lo llevaron a Disney, pero tengo presente dos cosas: 1) que en vez de las típicas orejas de Mickey Mouse, yo lo que quise fue un sombrero de militar confederado de la guerra de secesión de Estados Unidos y 2) que había una montaña nevada en medio del parque de diversiones, con unos carritos que subían y bajaban velozmente, donde caían tormentas de nieve hechas por los genios de las atracciones de Disney y donde además aparecía de repente el Abominable Hombre de las Nieves!

Ya más grande tuve un juego de Monopolio que era muy peculiar, pues en vez de tener las propiedades originales (Calle Michigan, Paseo Tablado, etc), tenía nombres de las atracciones de Disney. El juego obviamente se llamaba “Disneylandia”, y una de las propiedades era el “Matternhorn”. Así que crecí escuchando el nombre y sinceramente no recuerdo cuando entendí que era parte de los Alpes suizos, pero para mí, Suiza era el Matternhorn!

Fue así, en mi afán de perseguir íconos que representen una ciudad o una nación, que indagué el nombre exacto del pueblo donde iba la gente a ver el Matternhorn y me encontré con el centro de esquí europeo por excelencia: Zermatt. Nunca había estado en un centro de esquí. Claro, en mi país no tenemos nieve ni montañas. Tampoco he vivido en algún lugar fuera de El Salvador, así que mi experiencia con la nieve se limitaba a Colorado Springs en Colorado, donde vi la nieve por primera vez pero en una montaña; a una nevada en New York City, pero de esas que la nieve se evapora al solo tocar el asfalto y a una nevada de 30 centímetros en Milán, para Navidades del 2009, donde la ciudad se paralizó por no estar preparada para una tormenta de esa magnitud. Quería saber un poco más el porqué la gente busca vacacionar en un centro de esquí. Tenía claro que no quería aprender el deporte, por lo menos por el momento, pero si dar fe con mis propios ojos de cómo era la onda.
Así fue como incluí Zermatt en mi itinerario, aunque realmente no fue parte de mi recorrido principal sino un “side-trip” durante mi estancia en la zona del Lago Maggiore. Creo que también fue una de las principales razones para ir, ya que desde Sesto Calende, donde vive mi amiga Lara, quedaba más o menos como a tres horas de distancia, con dos cambios de tren pero con cortos trayectos entre una estación y otra.

A través del sitio web de trenes de Suiza (www.sbb.ch/en/) hice mi compra de un boleto en clase turista entre Sesto Calende y Zermatt, aunque únicamente me dejó comprar ida y vuelta saliendo desde Stresa, siempre frente al Lago Maggiore, haciendo cambio de tren en Visp a la ida y en Brig al regreso (dichos nombres son tan parecidos que me daba temor equivocarme de estación cada vez que veía el billete). El billete entre Sesto Calende y Zermatt era considerado local y lo compré el propio día del viaje en la estación de tren de mi punto de partida (la cual aprendí que solo abre de 7:00 de la mañana a 12:30 del mediodía de lunes a viernes, cualquier otro día u hora, uno tiene que ir al estanco de tabaco ubicado a una cuadra para comprar un billete. Lo aprendí a la fuerza cuando me dejo el tren hacia Milán cuando llegué con el tiempo justo para comprar el billete y tomar el tren durante mi viaje del día a la gran ciudad).

El recorrido en tren fue impecable, aunque cabe notar que hubo una diferencia muy marcada entre los viejos trenes regionales italianos que parecían estarse cayendo por pedazos y los trenes suizos, de última tecnología y hasta con película a bordo. El tren de Stresa a Brig era parte de un recorrido más grande que empezaba en Milán y terminaba en Ginebra (me encanta ver como los europeos han desarrollado una red tan extensa de recorridos y conexiones entre sus principales ciudades). Al abordar el tren, lo hice por el lado equivocado y pensé: “Wow, estos suizos si saben ponerle comodidad a sus trenes” hasta que después me di cuenta que me había metido por error en el compartimiento de Primera Clase y pues ni modo, tuve que regresar a mi cruenta realidad de clase turista, la cual estaba igualmente inmaculada pero con asientos pequeños.

La conexión en Brig me tenía hasta cierto punto preocupado, pues según el billete tenía que bajarme en una estación y luego caminar hacia otra diferente para tomar el tren hacia Zermatt. Mi mente se hizo la figura mental de una caminata de varias cuadras por la ciudad, pero para mi agradable sorpresa, básicamente bajaba uno de las plataformas principales y salía a la calle de la estación, donde ahí mismo estaban, al nomás salir, los trenes del “Matternhorn Express”, que es como le llaman a todos los trenes alpinos de ese lado de Suiza. No había forma de perderse. De hecho, mi tren trans-alpino tenía un flamante rótulo computarizado en su parte frontal que decía “Zermatt”. Ahhh! Suizos! Lo hacen todo tan fácil para uno!
Desde los lagos italianos tuve la oportunidad de apreciar los primeros Alpes en la distancia, cuando el sol se dignó en salir en medio de tanta bruma y lluvia, pero ya en Brig estaban ahí mismo. Las grandes montañas rodeaban el pueblo como para darme la bienvenida a otro país, donde todo además se veía estrictamente ordenado y limpio, dejando atrás el bullicio latino de la Bella Italia.

El recorrido hacia Zermatt fue en un serpentino valle interior, rodeado de imponentes montañas nevadas, riachuelos y muchos pueblecitos de montaña. Zermatt era la última parada del recorrido, llegando alrededor del mediodía, con un sol espectacular y con una temperatura de alrededor de 7C, clima casi como un regalo de bienvenida si nos ponemos a pensar en que estábamos rodeados de montañas nevadas.
La llegada a cualquier nueva ciudad, ya sea por tren o por avión, puede ser confusa, y aunque Zermatt era un pueblo pequeño, lo único que sabía era que mi Hotel Tannenhof estaba a corta distancia caminando desde la estación. Claro, la pregunta era… ¿hacia dónde? No había además ningún mostrador de información turística, aunque si encontré una especie de kiosko de auto-servicio que daba información de hoteles y que durante un breve período de tiempo me mostró (no bueno para alguien como su servidor que tiene poca retentiva de corta duración) el camino hacia el hotel desde la estación en un mapa computarizado en una pantalla que a mis ojos apareció de la nada. Observé que había una calle principal y luego había que buscar una calle con una iglesia. Lo demás se lo tenía que dejar a mis instintos de ubicación, que generalmente no me fallan.

Comencé a recorrer la calle principal de Zermatt, la cual habían limpiado de nieve, así que estaba medio lodosa, pero se podía ver alfombras de nieve en los jardines y calles laterales, lo cual me indicaba que el clima podía cambiar de un momento a otro. Noté también que la arquitectura era como salida de aquellas películas alpinas, donde la mayoría de casas y edificios son de madera y tienen los tejados en forma de chalet, haciendo una “A”. Intuí que de esa forma era mucho más fácil soportar el peso de la nieve, así como de limpiar. El tipo de construcción se repetía una y otra vez hasta donde el ojo podía dar de cada lado de la calle, así como a cada las construcciones iban ascendiendo en vertical pues todo estaba construido en los laterales de las montañas. Zermatt era un diminuto valle rodeado de altísimos Alpes nevados, con abetos y otro tipo de coníferas, y mucha roca en las pendientes que vertiginosamente se elevan a cada lado de un rio ubicado a dos cuadras de la calle principal. Ese río es prácticamente el centro del valle y divide la ciudad en dos. De un lado están los principales comercios y negocios (bancos, restaurantes, almacenes), que era por donde yo estaba circulando en ese momento y del otro lado del río era una calle mucho más tranquila, con algunos hoteles y restaurantes, la cual llevaba al final a uno de los teleféricos destinados a elevar a los esquiadores hacia las alturas de la montaña.

En mi recorrido hacia el hotel me encontré con muchas tiendas de ropa que vendían exclusivamente ropa de invierno, especialmente atuendos e instrumentos para esquiar. Sus vitrinas llenas de mucho colorido con abrigos y pantalones con colores muy brillantes que solo me hizo recordar la famosa frase de mi hermana “para que los encuentren más rápido en medio de la nieve en caso de una avalancha” (no sabría decir si su teoría es verdadera, pero si puedo dar fe que todo el espectro del arco iris se utiliza en dicho deporte). Encontré también varias tiendas especializadas en vender chocolates y trufas, artesanía suiza (desde relojes cucú a muñecas con trajes típicos), restaurantes de todo tipo (comida italiana, japonesa y hasta un McDonald’s escondido dentro de la misma arquitectura típica del lugar), cafés, panaderías y un par de hoteles de lujo. Me llamó la atención los pequeños vehículos que pasaban por las diminutas calles apartando a su paso a los transeúntes que parecían tener el control de la calle. Estos coches se mueven a base de energía eléctrica y después me enteré que los carros convencionales no pueden entrar a Zermatt. Únicamente son permitidos estos coches eléctricos, los cuales son utilizados por los principales hoteles para llevar a sus huéspedes o como taxis, sino para transportar materiales y maletas. También son permitidos los carruajes tirados por caballos, los cuales avisan su paso con sendos cascabeles colgados sobre sus lomos, lo cual da un aire navideño a las calles cuando estos van pasando. Los turistas no pueden entrar a Zermatt en sus automóviles. Los tienen que dejar estacionados en Tasch, el pueblo vecino, para luego llegar a Zermatt en tren o en autobuses eléctricos. Esto permite que el aire del pueblo sea 100% puro, dándole un atractivo más a la pequeña villa europea.

Después de una lenta caminata de unos 10 o 15 minutos, tras ver un interesante hotel de 5 Estrellas, pude visualizar mi pequeño Hotel Tannenhof ubicado del lado izquierdo en una calle lateral. Ahí me recibió su propietario, quien me guió hasta mi habitación, la cual resultó relativamente pequeña pero cómoda, con un escritorio miniatura ante una ventana que abrió cuando entramos para dar lugar a una impresionante vista de los hoteles aledaños, otras edificaciones y las montañas nevadas en todo su esplendor. Wow!
Una vez me recuperé de mi alegría por la fortuita vista, el dueño del hotel me mostró donde estaba el baño y me explicó que la ducha quedaba un piso abajo. ¡Con la emoción se me había olvidado que reservé una habitación con baño compartido! (lo cual en su momento me ganó una pequeña insultada en Facebook por parte de un conocido, que me preguntó que porqué me comportaba como que nunca hubiese viajado en mi vida al poner en mi estatus que cómo opinaban acerca de hoteles con ese tipo de baños. ¡Vaya, pero si en mi vida me había quedado en uno!). La verdad no estuvo tan mal, aunque me tuve que organizar para bañarme por las mañanas, aunque nunca vi a nadie, posiblemente porque yo me ducho ya tarde, cuando la mayor parte de la gente anda en la calle. Además me proporcionaron una bata de toalla para que pasara muy elegantemente como si iba a la cita de un spa, por lo que no hubo necesidad de pasearme en pijamas como originalmente había pensado que sería.
La cama en la habitación era pequeña pero cómoda también, además de tener un edredón blanco de plumas que garantizaría que no tuviese frío en lo absoluto por las noches.
Tras acomodarme y por supuesto conectarme a Internet por un rato, decidí que era hora de almorzar, para lo cual salí nuevamente a explorar las calles de Zermatt. Había visto los precios muy por encima, pero fue ya en mi incursión por comida que me di cuenta de lo caro que era todo. El franco suizo estaba casi al 1 por 1 con el dólar americano, así que ver pastas de 22 dólares o ensaladas de 17 era como una locura. Fue en esa incursión que finalmente lo vi como una aparición: el Matternhorn estaba saludándome por primera vez, y ese era el principal motivo de mi viaje, ver una montaña cuya forma y nombre me eran familiares, siendo un símbolo ante mis ojos de lo que eran los Alpes suizos. Verlo en persona iba más allá de la emoción de cualquier otra montaña alrededor, con su forma piramidal casi perfecta. ¡Ummm! Por un momento se me olvidaron los precios y ubiqué la terraza del Hotel de 5 Estrellas Grand Hotel Zermatterhof (www.zernmatterhof.ch/en/zermatterhof/) donde proclamaban tener la mejor vista del Matternhorn en la ciudad, lo cual resultó cierto, por lo que el club sándwich y la copa de Pinot Noir suizo que degusté valían su precio con solo el hecho de tener esa visión en una tarde tan soleada que ni sentí frío por ningún momento. Además pensé: “Si todo es caro por estos rumbos, por lo menos que sea en un lugar que valga la pena”. Eso me permitió comprobar lo riguroso del servicio, la excelente presentación y sabor de los platillos, todo muy impecable, como uno espera encontrar de un país que tiene las mayores y más afamadas escuelas de hotelería y turismo. Hasta las papas fritas estaban hechas de una forma casi que perfecta!

Posterior al almuerzo y a un cappuccino vespertino, ya cuando el sol comenzó a caer, me decidí caminar un poco más, esta vez con dirección hacia los teleféricos, para así obtener información de cómo y cuánto me costaría ascender a las montañas y no ser solo un espectador de tanta belleza. El cuadro de las calles al atardecer era como salido de una película de otro planeta para una persona que nunca ha estado en un centro de esquí: primero ver todos estos deportistas de todas las edades y géneros existentes (desde niños pequeños guiados por sus padres, a adolescentes y ancianos), con sus pantalones y chaquetas de esquiar de todos los colores del espectro, con sus esquíes e implementos en los brazos, sus lentes oscuros de tono multicolor en una sola máscara cubriéndoles la cara, la cual a esas horas llevaban puestos sobre la cabeza en forma de diadema, y sobre todo esa caminata con las botas de esquiar. Parecía como un colorido ejército de Robocops regresando de la guerra. Esas botas son de un material que no pude indagar, pero que se ve como una especie de plástico impenetrable. Las botas se ven sumamente pesadas y la gente para caminar, emite un tremendo estruendo en el piso con cada paso que da, lo cual me dio la idea de robots en movimiento.

A esas horas del atardecer, la gente estaba regresando de las pistas en hordas, tanto por teleférico como bajando la montaña sobre los propios esquís. Se agrupaban haciendo unas interminables colas que después entendí que eran los autobuses hacia el centro o hacia otros pueblos. Llegué a la base del Teleférico principal el cual anunciaba con grandes rótulos que era el camino para llegar al Matternhorn Glacier Paradise en la cima más alta de una de las montañas que ve de frente al Matternhorn (interesantemente ninguna llega al Matternhorn, pues por su escarpado terreno me imagino no es necesario llevar esquiadores ya que no parece una montaña muy amigable que se diga para practicar dicho deporte! Pedí la información necesaria para un pase de dos días y por poco me voy de espaldas cuando vi los precios, pero ni modo, para poder entender lo que pasaba en la montaña tenía que subir a ella. Un pase de dos días en todo el sistema de transportes de Zermatt y alrededores costaba la módica suma de 140 dólares. Lo sentí como estar pagando el precio de un Disneylandia para adultos, aunque este era un Matternhorn de verdad. Bueno, el Estado debe pagar una fortuna por mantener estos servicios con el impecable funcionamiento que caracteriza a los suizos.

Pagué mi mini fortunita y me dispuse a regresar al hotel a descansar, para luego buscar un típico chalet suizo para cenar raclette y fondue, los cuales también costaron una mini fortunita considerando que comí pan baguette con queso derretido y papas. Hey! Era mi primera vez en Suiza, quería probar algo típico del lugar, aunque después de ese día no volví a comer comida lugareña por tratar de mantener a mi irritado estómago tranquilo, el cual estaba resentido conmigo de tanto que lo había alimentado durante todas las semanas anteriores.

Mi llegada a Zermatt había sido en lunes, así que el martes muy temprano, después de desayunar yogurt y cereal en el hotel, bañarme en mi ducha comunal y ponerme los calzoncillos largos que a última hora compré para usar debajo de los jeans y proteger las joyas de la corona, comencé mi ascenso hacia la montaña. El dueño del hotel me había dicho que subiera de un solo a lo más alto, al Matternhorn Glacier Paradise para después bajar a mi conveniencia a las otras estaciones. Mi ignorancia del esquí sencillamente me iba llevando a ver los lugares sin saber el rumbo, pero decidí hacerle caso y tomé mi primer carrito de funicular, que compartí con una familia de alemanes, padres e hijos adolescentes, incluyendo un abuelo, que parecían más salidos de una película nazi por lo militarmente sincronizados que parecieron al mover sus implementos cuando les pedí permiso para salir de mi góndola en Schwarzee, la primera estación que quería ver y que según yo iría al día siguiente, pero que apareció de repente después de unas cuantas estaciones en las que pasamos de transito. Su aparición me tomó por sorpresa y mi primer impulso fue bajarme pues pensé que había tomado el teleférico equivocado y no fuera a ser que después no regresara por ahí.

Había visto fotos de Schwarzee Paradise en los folletos de turismo de Zermatt en el pueblo, mostrando un precioso lago frente a una diminuta iglesia en medio de la nada, con el Matternhorn de espectacular fondo de paisaje. Mi mente no computó en esos momentos que obviamente el lago se ve en verano, pero en invierno era todo cubierto por el hielo y la nieve. De todas formas tuve mi primer contacto con las pistas de esquí y me bajé en esa estación. Parecía que yo era el único sin atuendo para esquiar, pero luego me encontré con más personas que estaban caminando en el frío por amor a la naturaleza, que no hay otra forma de llamarle a dar una caminata en la nieve a -9C. Nieve, nieve y más nieve, por todas partes, y por supuesto, los esquiadores dándose gusto bajando por una gran diversidad de pistas que se extendían por todas partes. Yo sencillamente me alegré de haber comprado los tenis para la nieve en The North Face (los cual puedo garantizarles que son impermeables y mantienen los pies secos) y de andar la ropa interior larga debajo de los jeans, con lo cual comencé mi corta caminata hacia la iglesita, tomando las fotos de rigor y regresando a tomar el teleférico de nuevo con destino hacia dos estaciones posteriores, donde decidí bajarme a buscar algo de comer pues ya era mediodía y aún tenía que indagar como llegar al Matternhorn Glacier Paradise.

Me enfrenté de nuevo al ejército de esquiadores Robocop, y llegué a la comida a la vista más cara que he presenciado. Tan cara que hasta los ingleses a mi lado estaban protestando, lo cual ya es decir. Me almorcé mi cara ensalada, tratando como siempre de limpiar el estómago, con el Matternhorn siempre como testigo ocular de mis aventuras. Me imagino que estaba pagando nuevamente la vista en mi triste ensalada.
Con el estómago ya contento, me dispuse a buscar la vía hacia el tan afamado punto más alto del recorrido, para lo cual me encontré con un funicular de montaña que ascendía de forma directa hacia el Matternhorn Glacier Paradise. Ya en la segunda estación que había parado estábamos como a 2,500 metros de altura, pero nada me había preparado mentalmente para subir a los 3,900 metros de la Montaña Monte Rosa. Su servidor siempre se queja con los 2,700 metros de altura de Ciudad de Bogotá pues me da el afamado soroche o mal de montaña. Cómo se me ocurrió no preguntar a qué altura iría lo atribuyo a la emoción de estar en un nuevo país y viendo montañas tan altas. Hasta de San Salvador había llevado mi oxígeno líquido para hidratarme en las alturas, pero sencillamente se me olvidó en el hotel. Así que ahí tenían al turista salvadoreño, proveniente de los trópicos, con todos los atuendos necesarios para el frío del invierno cruento, subido en un Funicular de tecnología suiza, de esos donde caben como 150 personas de pie de un solo con todo y esquíes, teniendo vértigo. Al principio me pareció extraño pues nunca me han dado vértigo las alturas. Puedo asomarme perfectamente en edificios altos y aviones y nunca me ha dado nada, pero en esos momentos veía por la ventana como nos íbamos elevando rápidamente y me sentí mareado. Pensé que era algo raro, pero no le tomé importancia.
Fue hasta que llegamos a Matternhorn Glacier Paradise, rodeado de las montañas más altas de los Alpes suizos, todas de más de 4 mil metros de altura, que me di cuenta que mi mal era otro. Era soroche del feo. Dolor de cabeza, dolor de estómago, mareos, y claro, el oxígeno líquido en el hotel! Jajaja! Además, el frío había descendido a -19C, que creo ha sido lo más bajo que he experimentado en mi vida. De todas formas le eché ganas, y con las manos y los pies semi congelados (ahí no importaron los zapatos para la nieve ni los guantes térmicos), con las orejeras puestas, compré mi boleto para ver el Palacio de Hielo en las alturas, excavado en pleno glaciar en la montaña, el cual consistió en una larga cueva con diversas habitaciones y esculturas de hielo (no se porqué en mi mente había hecho la imagen mental del Hotel de Hielo, así que me imaginaba algo lujoso, jejeje). Le eché más huevos y tomé un ascensor hacia el mirador panorámico en la punta de la punta, donde el viento, el frío, la nieve y el hielo estaban en lo mejor de sus inclemencias, pero que al final me sentí como el conquistador del Everest al llegar a la cima!
Sentía que me iba a desmayar cuando decidí que era el momento para comenzar a bajar. La presión en mis oídos era tremenda. Aún no podía entender como estaban todos esos esquiadores como Juan por su casa practicando el deporte en esas alturas y tomando un teleférico adicional con destino a otra montaña en Italia! Yo empecé mi lento descenso de más de una hora, donde poco a poco me fue regresando la vida al cuerpo, hasta regresar a Zermatt, donde pasé por un café y un pastel de manzana, donde pasé varias horas tratando de quitarme el dolor de cabeza y recuperándome del alto encuentro con la naturaleza.
Continuará…

jueves, 24 de febrero de 2011

De Zermatt a Sesto Calende!

Me doy cuenta que no he cumplido mi promesa de actualizar mi blog de forma más constante, pero el trabajo de trotamundos me ha tenido muy entretenido y con la boca abierta de ver tanta maravilla de la naturaleza. Un poco más de un mes ha pasado desde mi salida de El Salvador y todos los problemas y la realidad cotidiana se ven muy, pero muy lejanos. Filosofando anoche con unas Heineken en mano me di cuenta que mi realidad en ese momento se llamaba Suiza y que la otra realidad aún no existe, aunque consciente o inconscientemente retrasé mi regreso por una semana más para poder descansar una semana en New York (¿existirá algo así como descansar en la ciudad que nunca duerme?).

Algo que si estoy seguro en mi día 36 de viaje es que el principal cometido de relajarme mental y emocionalmente se ha cumplido. Mi mente ha estado distraída viendo la naturaleza, probando sabores nuevos y redescubriendo algunos de ellos. He hecho cosas tan cotidianas como ir al supermercado, hacer lavandería en un lugar de esos que tienen lavadoras y secadoras públicas, poner gasolina en auto servicio al carro de Lara y comer y dormir mucho. Creo que nunca había dormido tanto en mi vida como en este viaje. Aparte que he estado alejado de la vida nocturna que tanto me gusta y eso me ha permitido descansar aún más.

Estoy consciente además que no he relatado nada específico acerca de mi viaje más que pensamientos y sentimientos profundos y aquellas grandes filosofadas acerca de la vida y el amor. En este proceso de viaje por el extranjero he tenido también la oportunidad de hacer un viaje interior, el cual me ha permitido ponerme en contacto conmigo mismo, reconectar con mi yo interior, disfrutar al niño que llevo adentro y dejar de preocuparme por el pasado o el futuro, gozando plenamente el presente. Por un momento me pregunté a mi mismo si mejor debería emigrar e irme de El Salvador, y pidiéndole guía e iluminación a Dios, siempre me responde que mi destino está en mi país. Me responde que yo debo llevar el mundo a El Salvador y fomentar una cultura de cambio en la mentalidad, en la forma de ver la vida y nuestro país ante un planeta globalizado. Me doy cuenta que esa es una responsabilidad muy grande, pero poner un negocio sin un propósito social o cultural, con el único objetivo de producir dinero me parece irresponsable en una sociedad que necesita educación, que es lo que hará que los salvadoreños salgamos adelante en el mundo.

En este proceso de auto re-descubrimiento, he reconectado mucho con Dios o con el Universo, como le quieran llamar. Podría decir que he rezado algunas noches y he pedido que me mande luz para ver más claro el camino, aunque mi ex dice que mejor le pida sabiduría para poder interpretar las señales ya que el camino lo tengo clarito. Ella tiene razón. Mis temores más fuertes están relacionados a como llevar a cabo mi idea con lo que tengo en mis manos. Pero como dijo Ricky Martin en su libro “YO”, todo pasa en su momento y este 2011 es mi momento de ser yo mismo y llevar a cabo mis proyectos más anhelados. Darme un pequeño sabático era uno de ellos. Hacer una exhibición de mis fotografías de viajes es otro. Escribir un libro con mis historias de viaje y ver cómo ha cambiado mi percepción del mundo a través de los años es otro. Hacer que la industria del entretenimiento sea algo importante en la vida de los salvadoreños es otro. En fin, quiero aplicar esos veintiún años de trabajar en la industria de viajes en llevar el mundo a mi país para los que no han tenido la oportunidad de salir de él. Creo firmemente que la solución a los problemas de El Salvador no está en irse, si no en trabajar para educar y entretener a la gente en las premisas de una globalización que no podemos ignorar.

Mientras tanto me queda aún un mes de viaje el cual debe servirme como una etapa exploratoria para ver lugares, tomar ideas y llegar a ser lo más productivo posible. He pasado letárgico durante el último mes. Como que el frío me tenía con las ideas congeladas, así que anoche decidí explorar la vida nocturna de Zermatt, encontrándome con un Club de Jazz que llenó muchas de mis expectativas de cómo puede ser un lugar en mi país con un espacio reducido. Tengo tantas ideas y tanto entusiasmo y muchas manos dispuestas a ayudarme. Saldré adelante con mucho éxito en lo que emprenda pues el mundo está en nuestras manos, lo que tenemos que hacer es agarrarlo y compartirlo.

¿Me apoyan en hacer de El Salvador un mejor país donde el artista obtenga el mérito que le corresponde? Le pido a Dios que nos ilumine a todos en estos proyectos! Abrazos desde un tren en los Alpes, donde la nieve cae como una señal de que Dios o el Universo son perfectos y nos tiene una vida perfecta para todos! ¡Bendiciones!

viernes, 11 de febrero de 2011

Con destino a Valencia, España: hablemos de comida, de parejas, del amor y otras hierbas.

Como dicen en España cuando te saludan en cualquier parte: ¡Hola! (Algo que no entiendo es como el español promedio en su vida habitual pueda ser tan informal si nos heredaron en Latinoamérica los tan educados buenos días, buenas tardes y buenas noches. Ahora te reciben en las tiendas de conveniencia, en el tren, en las recepciones de hotel, con un simple “!Hola!” ¿Qué pasó con lo que ellos mismos nos enseñaron a decir cuando nos conquistaron?)

Creo que hago una introducción muy patada al pecho pues me sorprende como un país que nos dictó tantas reglas gramaticales, ortográficas y de protocolo sea ahora tan informal en su forma de tratar a clientes y desconocidos. Es cierto que después de liberarse de la dictadura de Franco la gente se relajó muchísimo, pero las buenas maneras y costumbres se vieron como algo de la sociedad conservadora de la que se querían olvidar. Pero bueno, claro que no toda la gente es así y es muy grato escuchar cuando algunas personas te saludan con el formal Buenos Días o Buenas Tardes. En Francia lo hacen (Bon Jour), en Italia lo hacen (Buon Giornno), en Alemania lo hacen (Guten Morgen), en Brasil lo hacen (Buon Dia), en Inglaterra lo hacen (Good Morning) y definitivamente en Latinoamérica lo hacen (Buenos Días). ¿Qué le pasó a los españoles?

Como no puedo cambiar el mundo, pues me dedico a observarlo y comentarlo, tomando mis propias conclusiones, las cuales no necesariamente tienen que ser las mismas de mis amigos lectores… Para variar del avión estoy en un tren de la empresa Talgos, el cual tomé en Barcelona Sants y estoy en mi trayecto con destino a Valencia, donde visitaré a Guadalupe, mamá de mi gran amiga Tatty, quien tan cordialmente, junto con su esposo, me han ofrecido hospedarme y llevarme a conocer la ciudad. La verdad que en el camino solo me he encontrado con ángeles que me han tendido la mano y me han hecho sentir en casa. Lizeth y Juan en Alella (el pueblo a donde viven, a 20 minutos de Barcelona), realmente me trataron como un rey todo el tiempo. Me hicieron reencontrar el gusto de estar en casa tranquilo, sin andar del timbo al tambo en bares y discotecas, viendo televisión y probando exquisitos platillos españoles. Tienen un niño pequeño, Pablo, de cuatro años, muy apegado a su madre y con quien me he divertido tanto con sus ocurrencias y comentarios. Tienen un muy bonito matrimonio. Ambos son muy trabajadores y Pablo es el niño de sus ojos. Una relación de pareja ideal, donde se compenetran y se llevan sumamente bien. Lo que no les he contado es que Juan es chef de alto nivel y ha trabajado en hostelería y turismo durante muchísimo tiempo, lo cual también lo transmite como anfitrión en su hogar.
Tener un chef en casa por supuesto que tiene sus ventajas y desventajas, pues cómo puede uno despreciar comida preparada tan espectacularmente y con ingredientes de primera calidad, que además en El Salvador serían importados… En mi corta estadía con ellos hemos comido tortillas de patatas, pulpo a la gallega, rissotto con mariscos y espárragos, gulas con gambas, camarones gigantes al ajillo, anchoas, jamón serrano, salchicha, pescado fresco, ensalada caprese… En fin, no puedo detallar lo exquisito de su arte culinario. Claro que todo tiene su precio. El mío ha sido comenzar a verme cachetón en las fotos, lo cual para un anoréxico de mediana edad que además se está quedando calvo en medio de un viaje de auto-descubrimiento no hace ninguna gracia!!! Pero como del dicho al hecho hay un gran trecho, acabo de regresar del coche-comedor del tren de tomar una cerveza Heineken, unas papas Frito-Lays y almendras horneadas. ¿Qué quiero ilustrar con esto? La voluntad de puta que tengo con la comida y la bebida.

En San Salvador llevo una dieta relativamente saludable, exceptuando por el alcohol y las pastas, voy al gimnasio prácticamente todos los días de semana a tomar una clase de spinning de 45 minutos y otro tanto igual de pesas, pero en este viaje me he desatado, probando todo lo que me ponen enfrente!!! Antes de mi viaje terminé de leer el libro (y también vi la película) de Eat, Pray, Love (Comer, Rezar, Amar) para irme familiarizando con un viaje que te cambia la vida, pero lo que no tomé en cuenta es que yo iba a estar en el estado “Eat” de forma permanente. Apenas he tenido 21 días de viaje y aún me falta Italia (pastas por amor de Dios) y he comido, y comido, y comido, y comido… Lo divertido es que no se si ya venía así de cachetón de El Salvador, pero me estoy desconociendo en las fotos. El problema es que me trae una distracción innecesaria en el viaje, pues en vez de disfrutar la comida y los momentos, me estoy comenzando a preocupar por el peso. Para rematar, sigue en mi mente la idea de extender el viaje por un par de meses más, lo cual no sé si haré, pero si en 21 días me he sentido cachetón, ¿qué será si me quedo tres meses descubriendo el mundo y sus comidas? En Facebook puse algo al respecto buscando consuelo, pero en vez de eso me encontré con amigos diciéndome que los jeans recuperaban su tamaño normal al lavarlos o que el alcohol inflama, que me cuidara de la cirrosis, lo cual no ayudó en nada a mi psiquis y al contrario dolió mucho.
Acá tengo dos formas de enfrentar los beneficios de andar conociendo mundo en un sabático y son: o como y me la paso bien sin renegar preocupándome de la dieta y del gimnasio al regresar a El Salvador, o me pongo a dieta desde ya, aunque el sentido común me indica que esta última alternativa no es una opción real.

Hablando de “Eat, Pray, Love”, me he estado cuestionando que es lo que realmente quiero conseguir haciendo este viaje. Lo he comparado con aquel viaje a Hawaii que hiciera en 1998, el cual estuviera lleno de símbolos de principio a fin, siendo el más grande aquel collar cuyo dije era una semilla de esas tierras con un velero tallado en su superficie, el cual al preguntarle al vendedor su significado me dijo “This is the Navigator. It means Find your Way” (“Este es el Navegador. Significa: Encuentra tu Camino”). Esas son palabras sencillas pero fueron muy fuertes en su momento y sobre todo, muy reveladoras. De hecho, definitivamente mi vida cambió completamente después de regresar de Honolulu. No sé si estoy buscando señales claras o encontrarme de nuevo a mí mismo, pero lo cierto es que no he encontrado aún esa luz que hace que se te encienda el bombillo y grites Eureka! ¿Será que no he estado atento a las señales? Obviamente la iluminación aparece cuando uno ya está preparado, pero aparentemente aún no lo he estado pues faltan experiencias por vivir antes de llegar a montar el famoso negocio el cual siento que estoy evadiendo. Buscando esa iluminación he ido en una pseudo-peregrinación al Monasterio de Montserrat en Cataluña, a visitar sin saberlo a la Virgen Negra de esas tierras, dónde la voz interna personificándose como mi madre física me hizo encender una vela de color morado para pedir por mis padres y por conseguir esa luz que tanto anhelo encontrar. En la Catedral del Mar de Barcelona ya había pedido a la Virgen del Mar interceder para que superar del todo los amores pasados, lo cual creo que he logrado bastante bien, aunque muchas veces al calor de las copas digo su nombre como echándole la culpa de estar solo en mis 40’s.

Al final las señales son como las estrellas en el Cielo. Están ahí enfrente de uno. Con las estrellas uno solo tiene que subir la mirada al firmamento y se encontrará con ellas. Las señales muchas veces están frente a nuestras narices, pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver, pues entonces pasan desapercibidas en lo que nos atormentamos mentalmente con cosas como estar cachetón en las fotos. Una señal clara que no he podido analizar todavía es que en todo mi recorrido he visto relaciones de pareja sumamente estables y que parecen complementarse perfectamente, lo cual me hace cuestionar nuevamente acerca del porque estoy solo.

Un lector del blog me dejo un comentario recientemente en el que me decía que yo le tengo fobia al amor o a enamorarme o estar enamorado, que veía claramente eso en lo que había estado escribiendo y me pidió que compartiera públicamente cual era mi definición de amor.
Durante varios días me dejó pensando, pues el amor es algo tan abstracto y personal, tan complejo y tan diferente para cada quién, que no es algo sencillo de expresar en palabras. Lo primero que nos enseñan en la educación Católica Apostólica y Romana es que Dios es Amor. Así que vamos a empezar por ahí. El amor nos rodea, nos invade, está por todas partes en sus diversas manifestaciones. Si bien ya hablamos de amor de pareja, la cosa se vuelve más compleja. El amor de pareja consiste en dar sin esperar nada a cambio por el placer de dar momentos de felicidad a la otra persona. Compartir tu tiempo, experiencias, aventuras, momentos, amigos, viajes, placeres con un ser que te da apoyo y consuelo, con quien puedes contar para sentir esa magia del placer íntimo y la ilusión de tener el apoyo para el resto de tu vida. ¿Bonito, no? Pero el problema con este tipo de mentalidad es que he encontrado gente que se ha querido aprovechar de mi de alguna u otra forma y más que miedo a enamorarme es que he estado reacio a comprometerme por miedo a salir herido de nuevo. He sido cortejado y he estado dispuesto en varias ocasiones pero obviamente no han sido las personas correctas ya que el click ha sido más una pasión temporal que un sentimiento profundo. Al amor lo tendré que dejar fluir cuando tenga que fluir, pero tal vez me desespera tener tanto que ofrecer pero no tener por el momento con quien compartirlo de una forma más íntima y mucho más allá de la amistad.
Con estos pensamientos les dejo por el momento. Mi tren a Valencia llegará en un rato a su destino, por lo que a disfrutar se ha dicho comiendo paella valenciana! Feliz Semana!

jueves, 3 de febrero de 2011

Recargado con la energía volcánica: filosofemos acerca de por qué emigra la gente a otras partes y de cómo surgen las relaciones a largo plazo!

He concluido mi estadía en Lanzarote. Obvio, estoy en el avión de RyanAir con destino a Barcelona para proseguir mi viaje a un ritmo más suave en la Ciudad Condal.

Deybbi, la amiga que me hospedó en la exótica isla Canaria, ha sido una anfitriona impecable, llenándome de atenciones hasta un extremo que otra persona podría sentirse incómoda, pero no es mi caso pues logré entender que es parte de su naturaleza ser servicial y cariñosa. Ella vive en un apartamento en Costa Teguise, al noroeste de Lanzarote, muy cerca de Arrecife, la ciudad principal de la isla. El apartamento es de una habitación y me dio pena invadirle por 5 noches el espacio de toda su sala, aparte que compró una cama inflable (muy cómoda por cierto) específicamente para mi visita. En otras palabras, no solamente le invadí el espacio sino que le hice gastar, pero creo que ambos no teníamos las expectativas tan grandes de cómo lo íbamos a pasar de bien, lo mucho que nos íbamos a reír y cómo íbamos a arreglar el mundo en nuestras largas platicas dónde filosofábamos largamente acerca de la vida y del amor.

En cinco días, Deybbi no solamente me acogió en su casa, me alimentó cada vez que tenía oportunidad, me mostró todos los posibles rincones mágicos de su isla adoptiva, sino que además me presentó amigos, me hizo sentir como en mi casa y me hizo reír de la vida misma. Lo interesante es que nuestra relación con Deybbi había sido siempre muy cordial pero no era una amistad estrecha, sino que nos unía Lycenia, nuestra amiga en común que inicialmente nos presentó hace muchos años. Es por el hecho de ser tan cercano a su amiga cercana que me abrió las puertas de su casa y con eso descubrí a una mujer maravillosa, muy culta y con una mente brillante, quien viniese a las Canarias para estudiar un doctorado y establecerse en Lanzarote por circunstancias profesionales. Eso me hace plantearme la pregunta: ¿Por qué razón emigra la gente de país? ¿Es por buscar un progreso emocional? ¿Económico? ¿Espiritual? ¿Intelectual? ¿Es por seguir un amor o por agregar estudios y experiencias a su carrera? ¿Qué hay de quienes emigran lejos para tener las mismas actitudes que tienen en su país de origen?

El proceso de integración en una sociedad nueva es tan interesante como la migración misma. Por un lado tenemos países como Canadá, donde el estado promueve la propia identidad cultural de cada grupo étnico, por lo que se pueden ver a las diversas comunidades siguiendo sus costumbres originales… Pero también tenemos sociedades como la francesa, la inglesa, la misma estadounidense y por supuesto la española, donde se asume y se espera que el inmigrante adopte las costumbres locales como parte de su proceso de adaptación. De hecho, España es de esos países que a pesar de otorgarle la nacionalidad por naturalización después de cierto proceso a sus inmigrantes, siempre y por toda la eternidad serán considerados como inmigrantes. ¿Si la vida puede ser un poco difícil y sin igualdad de condiciones para muchos inmigrantes, por que seguir moviéndonos de frontera en frontera más, si vivimos ahora en una Aldea Global, ¿por qué siguen existiendo las fronteras y los pasaportes? ¿Cómo lograr que el mundo se unifique de una vez por todas? Hay mucha presión económica, política y social que los países no han logrado liberar, aunque hay muchos esfuerzos y visiones al respecto, como principal muestra lo que la Unión Europea ha hecho liberando sus fronteras y unificando su moneda (aunque en estos años de crisis, con Grecia, Irlanda y Portugal en quiebra, y una España casi que por tronar, se ha visto que Alemania y Francia son las que tienen el control).
En Centroamérica hemos tenido esfuerzos de integración desde la época de la Independencia, pero es increíble que paisitos tan pequeños y con tan poca población no se puedan poner de acuerdo para lograr una verdadera unificación. Mientras sigamos siendo estados fragmentados, no tendremos ni poder ni voto en comparación con otras sociedades que han pasado ya el supuesto “despegue” que habla la sociología, con lo cual será gente nuestro principal producto de exportación hacia el extranjero.

En El Salvador la gente emigra por cuatro factores fundamentales: a) seguridad, b) inestabilidad política, c) buscar mejores oportunidades económicas y d) por el feudalismo, incluyendo el pensamiento feudal y retrógrado que ahuyenta a muchos entes pensantes y progresivos. Es por ese mismo pensamiento feudal que muchas veces mujeres y hombres muy preparados o con mentes brillantes tienen que recurrir a encontrar una relación con un extranjero, con alguien que pueda ver de una forma más clara su forma de pensar. Es así como el país pierde mucha de su gente preparada y calificada, quienes se desarrollan mejor en sociedades más abiertas de mente. Eso es lo que siempre me hace preguntar, si mi intención es no emigrar, ¿Cómo podemos hacer los salvadoreños pensantes para que se pueda dar un cambio de mentalidad, para que se pueda dar esa apertura mental que el país necesita para progresar, para ver más allá del feudalismo y de los intereses personales del mundo empresarial? ¿Cómo cambiar la mentalidad de pueblo por la visión de un mundo globalizado? ¿Cómo hacer para que cada quien pueda cambiar su forma de ver las cosas y que el salvadoreño pueda ceder el paso cuando te piden la vía o aprender a escuchar sin andar con fanfarronadas?

Bueno, no sé si seré muy idealista en relación al cambio de pensamiento de mis compatriotas, pero eso me hace retomar mi pregunta de si estoy solo por no ser tolerante con la forma de pensar de mucha gente que me puede pretender. Cuando veo que la persona sale conmigo y teniendo un trabajo estable no hace ni el mínimo esfuerzo por sacar la billetera cuando llevan la cuenta te hace pensar que así serán toda la vida. No es lo mismo que de uno salga invitar a alguien y sobre todo si sabes que la persona está jodida de dinero, pero ¡hey!, si he trabajado 21 años de mi vida sin esperar nada de nadie y costeándome mis propias cosas porqué va a venir alguien a esperar que les soluciones la vida. Ese es parte del problema de mi país. Mucha gente quiere las cosas fáciles y no les gusta producir. OK, a veces no hay oportunidades, pero cuando se presentan hay que aprovecharlas! ¿Seré demasiado estricto en mi juicio al respecto? Lo único que quiero es ser justo. Muchas veces en las relaciones de pareja, hay alguien que está mejor económicamente que la otra persona, pero no se debería asumir que si estás comenzando con alguien que está más estable que tú en ese campo que esa persona va a asumir la responsabilidad por los dos. ¿Estaré errado en mi forma de ver las cosas? Si lo pregunto es porque quisiera saber si soy egoísta al respecto o si realmente hay tanta gente que lo que busca es tomar ventaja del prójimo como muchas veces he llegado a pensar.

Ese nivel de “lo mío es tuyo y lo tuyo es mío” debería llegar con el tiempo, con la relación a largo plazo, no como algo imperativo de la premisa que muchos usan de “el que gana más o de más edad es quien tiene que pagar siempre la cuenta”. Para mi forma de ver, quien trabaja es responsable de pagar su parte de la cuenta que ha consumido. Con el tiempo, con los hijos, con los bienes compartidos eso se relaja obviamente, pero es ese principio descarado el que me choca pues no quién garantiza que no serán así toda la vida!!! Claro que no existe ningún tipo de garantías en la vida y mucho menos en las relaciones de pareja, dónde el término “hasta que la muerte los separe” dejó de existir hace mucho tiempo.

¿Qué busco entonces? ¿Alguien que me aguante mis locuras? ¿Algún trotamundos que quiera recorrer el mundo conmigo? ¿Alguien que pague sus cuentas? ¿Alguien que me quiera como soy? Esto último es muy importante, pues existen personas que empiezan relaciones de pareja esperando que la persona sea “de tal o cual manera”, tratando de cambiar tu forma de ser o tu forma de pensar, cuando lo lindo de compartir tu vida con alguien es el respeto mutuo de la propia personalidad.

Conocí en Lanzarote una pareja que tiene 27 años de estar juntos y casi se están retirando de la vida profesional, lo cual me dejó pensando si ¿es eso lo que busco en mi vida? ¿Alguien con quien compartirla el resto de mi vida? Pero si es así, que tan tolerante y tan dispuesto estaré de aceptar su personalidad? Anhelo una conversación interesante y compenetrada, descubrir el mundo con una persona abierta a ver el mundo de primera mano y no a través de un televisor. Mientras llega esa persona, quiero ver ese mundo de primera mano yo mismo.

Bueno, ya pronto aterrizaremos en Barcelona a la cuarta etapa de mi viaje. Sinceramente Lanzarote me relajó mentalmente. Además se me quitó de la mente la idea de continuar el viaje por Medio Oriente y por dos meses más. Dilucidé que sale más barato regresar a El Salvador y sacar un boleto con millas con destino a Japón y Corea, en vez de gastar tanto en un boleto tan caro y que me va a sacar de mi propósito original de comenzar con mi negocio propio. Me faltan seis semanas de viaje! Que relajado me siento ya!
Nos vemos en Cataluña!!!

domingo, 30 de enero de 2011

Preguntas existenciales y amorosas en el camino de Barcelona a Lanzarote

Es increíble como el tiempo puede pasar de rápido, pues ya ha pasado una semana desde que comencé mi viaje. Pensé que iba a tener más tiempo para escribir, pero entre los paseos y la visita a amigos, pues no me han quedado muchas horas para sentarme con la concentración necesaria para plasmar mis pensamientos en el papel electrónico.

A una semana de haber salido de casa, caminando por las calles de una Barcelona nublada e invernal, me di cuenta que parte de la alegría me estaba regresando al alma. Después de la crisis de los recuerdos atormentándome en los principales monumentos de la ciudad, he estado apacible. De hecho he tomado el viaje muy al suave y ayer dejé que el cuerpo descansara hasta que él solo quisiera levantarse, así que dormí casi por 12 horas consecutivas de jueves para viernes, con lo cual me pude percatar que mi humor había cambiado radicalmente al sentirme relajado y sin preocupaciones. Claro que ver a mis amigos Carlos y su pareja y a Lizeth con su esposo e hijo me han ayudado bastante a obtener esa paz mental, pues con su plática y sus atenciones he distraído mucho la mente del encuentro con mis demonios internos.
Para variar estoy en un avión. Esta vez volando con RyanAir con destino a Lanzarote en las Islas Canarias. Es sumamente emocionante ya que será lo más cercano que he estado a este lado del África, pues aunque sea parte de España, geográficamente las islas son parte del continente africano. Será una experiencia muy exótica, sobre todo recorrer sus playas y subirme a un dromedario para dar un paseo, que es de las cosas que más ansío para mi visita, aparte por supuesto de ver a mis amigos salvadoreños Deybbi y Luis. ¡Impresionante como los salvadoreños estamos hasta en la China!

Pensando y analizando, a una semana de haber comenzado mi viaje… ¿Qué exactamente he ganado con haberlo hecho? Además me pica la culebrita viajera por no completarlo en Budapest. Es más, debería continuarlo hacia Estambul para luego recorrer el Medio Oriente (Israel, Jordania, Egipto y los emiratos árabes), para luego saltar hacia Tailandia y Camboya, completando el círculo en Hong Kong, Corea y Japón. ¿Será que me animo a hacerlo? Por momentos quisiera seguir recorriendo el mundo hasta encontrar un lugar donde establecerme. ¿Pero cuál es esta tremenda necesidad de estar lejos de El Salvador? Amo mi país, pero quiero tratar de entender porque quiero estar lejos por tanto tiempo. ¿Es realmente ganas de conocer el mundo? ¿Es necesidad de actuar como trotamundos? ¿O es que estoy huyendo de todo lo que me rodea? La ansiedad y la tristeza se me aplacan estando en constante movimiento. Caminando, descubriendo, caminando, observando, caminando, saboreando. ¿Pero exactamente cuál es mi meta? ¿Qué es lo que quiero alcanzar con esto? Son preguntas que ahora mismo me hago tratando probablemente de evadir mi realidad de regresar a mi tierra e invertir en un negocio propio. ¿Porque no vender todas las pertenencias y buscar mi lugar en el mundo? ¿Dónde será que realmente pertenezco? ¡Wow! ¡Cuantas preguntas! Y esto definitivamente va mucho más allá de una crisis existencial. Es tratar de saciar un hambre de todos mis sentidos que me hacen sentir vivo! Si, eso es, viajar me hace sentir vivo, pero por qué tener la idea de un viaje permanente… ¿Alguien me puede decir que es lo que estoy buscando?

Otra cosa en la que he estado filosofando muy profundamente es en las cuestiones del amor. He visto a mis amigos durante el viaje y cada uno de ellos tiene una relación muy estable y de mucho cariño con personas maravillosas, pero me hacen pensar también que tuvieron que emigrar al extranjero para poder encontrar a su media naranja. ¿Será eso lo que estoy buscando? ¿El amor? No me hace sentido, pero siempre me han dicho mis amigos que debería buscar a alguien en el extranjero o emigrar a algún país que entienda un poco más mi forma de pensar. ¿Tan extranjero soy en mi propia tierra que no puedo tolerar ciertos comportamientos de conformismo o abuso a los que los salvadoreños se mal acostumbran? Ver esas relaciones estables en mis amigos, con personas profesionales y que les quieren tanto me hace preguntarme qué he hecho mal… Entonces, retomando el tema del amor, créanme que estoy reacio a conocer a alguien de otro país si no estamos dentro de la misma área geográfica. ¿Pero qué pasa con los extranjeros que llegan a El Salvador? Eventualmente se regresan a su país o se van para otro lado. Entonces… ¿Porqué no soy yo el que da el paso y me voy para otro lado? Pero esa no es una razón válida para emigrar, aunque tengo amigas que se han ido de El Salvador para buscar marido o por seguir a un hombre. De hecho mis padres me drenan emocionalmente, así que estando lejos de ellos me siento más estable que cerca. Mucha gente me critica por estar tan alejado, pero crecer en el seno de una familia donde pasaban como perros y gatos todo el tiempo lo que ha causado es que sea sumamente desamorado. Hay quienes se acogen a la familia para obtener ese cariño necesario en la vida. Yo sencillamente no tengo ese cariño familiar y aunque nunca es tarde para buscarlo, y disfruto el tiempo que paso con mis hermanos, no suple la necesidad de amar y ser amado que uno puede tener. Los amigos están con uno en las buenas y en las malas, pero tampoco suplen ese amor de pareja. ¿Entonces qué me queda? El amor por mis viajes y la exploración del mundo!!! Eso es algo que nadie, pero nadie me podrá quitar… Los recuerdos, los aromas, los sabores, los colores del desierto, la belleza del atardecer, lo sublime de los museos, el pavimento recorrido, la pasión por los conciertos y el teatro… ¿Qué hago? ¿Emigro? ¿Me quedo en El Salvador y establezco un negocio donde pueda tener la capacidad de traer el mundo, los sabores y aromas a mi tierra? Yo tengo bien clara mi idea de negocio, pero me da pavor compartirla muchas veces, sobre todo con la experiencia del festival de comida que recientemente organizara, donde el dueño del restaurante me preguntara si no había problema de mi parte si incluía los platillos dentro de su menú regular. Claro que le dije que no había problema, pues él tiene ya un restaurante montado, yo no tenía ningún negocio establecido, pero lo que me pareció poco ético es que nuestra primera conversación relacionada a dicho festival fue que yo quería hacer un experimento de mercado para ver la aceptación de ese tipo de comida en El Salvador para posteriormente animarme a abrir un restaurante de ese tipo. Además me mostró un espacio desocupado de su restaurante donde podría abrirse un pequeño lounge temático, el cual posteriormente me informó que iba a ser utilizado para otra cosa.

Es por este tipo de cosas que mi hermano dice que la gente se aprovecha de mi por buena gente, con lo que sin querer piensa que soy pendejo y que me dejo de la gente. En el mundo de los negocios no se puede confiar en nadie. ¿No sería más fácil invertir mi dinero en un negocio en el extranjero? ¿Invertir o no invertir en mi país? ¿Confiar o no confiar en posibles socios de negocios?
¿Y el amor dónde queda en todo este relajo mental? Lo irónico es que en este viaje he visto el amor alrededor mío en todas sus expresiones. Ahora mismo tengo sentadas a mi lado a dos lesbianas en el avión que no han parado de besarse y de agarrarse la mano. En el tren de Barcelona al Aeropuerto, se sienta frente a mí una pareja y empieza a comerse a besos y los de la par comienzan a hacer los mismo! Hey! Por favor! No coman pan delante de los pobres!!!

Cualquiera diría que una de las prioridades de mi viaje es encontrar el amor nuevamente, pero contradictoriamente no es algo que me interese. Claro que sería bonito e interesante tener un romance, pero dónde voy a conocer a alguien si ni siquiera en Internet me meto a ver que hay disponible y si voy a un bar o una discoteca me aburre el jueguito de la coquetería (esto último ya sea de viaje o en mi propio país). Cuando Cupido flecha a alguien pues lo flecha y ya, con o sin coquetería. Pero claro, ven a un tipo tan serio en una barra de bar, nadie se va a acercar. Pero es que no siento el llamado de estar coqueteando con alguien. ¿Qué voy a conseguir al final? ¿Una noche de pasión? Me aburren ya las noches de pasión esporádicas. Retomo la primera premisa de querer seguir recorriendo el mundo… Esa si es una pasión permanente. Esa pasión por viajar no te molesta. No te pregunta a dónde vas ni por qué vas. Y no sé porque la gente insiste en preguntar con quién estoy viajando, como que fuese pecado viajar solo o tal vez por curiosidad si tengo algún mi amorío escondido por ahí. Pues no. Soltero y no buscando. Una vez encuentre mi destino y mi sitio en el mundo, entonces tal vez podré pensar nuevamente en compartir mi vida con alguien. Mientras tanto, sigamos recorriéndolo. ¿Qué hago, regreso y pongo el negocio, o me voy para el Medio y el Lejano Oriente?

Bueno, ya casi llegamos a Lanzarote y han sido muchas preguntas filosóficas para un solo blog. Espero que las Canarias abran mi mente y que esa energía volcánica llene mi mente y mi cuerpo para seguir adelante en mi búsqueda personal!
Feliz semana!

martes, 25 de enero de 2011

El frio me esta afectando ya las neuronas?


Washington D.C. me ha tratado como solo el Primer Mundo lo puede hacer: me ha ofrecido sus museos y monumentos de forma gratuita, he degustado su gastronomía internacional y 100% orgánica, he caminado por sus calles como un local y he pasado muy gratos momentos con mis amigos Vanessa, la peruana y Julio, el salvadoreño. A ambos los considero de mis mejores y más cercanos amigos.

De hecho me estuve hospedando en el estudio de Julio, muy bien ubicado en Massachusetts y 13th Street (Embassy Row), donde las principales atracciones, compras, restaurantes y monumentos quedan a paso de ratón tras realizar una corta y cómoda caminata. La Casa Blanca queda de su apartamento como a unos 10 minutos de distancia y el Washington Memorial con su imponente Obelisco a 20 minutos de camino. Interesantemente y por aquellas casualidades de la vida, Vanessa vive a unas cinco cuadras del apartamento de Julio y me explica que esta es la mejor área para vivir sin necesidad de tener un auto, pues sus oficinas quedan a un paso y se pueden ir a pie, el Metro está a tres cuadras y eso les permite conectar con cualquier punto de la ciudad. Ambos aman el carácter internacional de la ciudad, que no será tan cosmopolita como su cercana prima Nueva York, pero les permite disfrutar de cuadros de Picasso y Degas de forma gratuita, presenciar una toma de posesión histórica del primer presidente afroamericano de este país y cenar comida árabe o etíope si se les apetece.

En mi corta estadía he tenido la oportunidad de almorzar comida rápida hindú en el foodcourt de un centro comercial, cenar couscous de pollo en el Restaurante Marrakech al ritmo de música arabesca con belly dancers amenizando la cena, admirar los cuadros de los impresionistas y modernistas europeos en uno de los museos de arte del Smithsonian, observar la reconstrucción de las osamentas de dinosaurios en el Natural History Museum, almorzar comida 100% orgánica en Dupont Circle en Le Pain Cotidien, visitar un templo masónico en Alexandria e interactuar con periodistas colombianos y venezolanos en la despedida de un compañero de trabajo de Julio que se va a seguir su sueño de entrar en el mundo de la política en su tierra, Medellín.
Es interesante hacer el recuento de actividades pues a simple vista se ve que estuve muy ocupado, pero al mismo tiempo dormí largo y tendido durante los cuatro días de mi visita. Durante el fin de semana no nos levantábamos antes de las 11 de la mañana y es que además el frío me ha mantenido en estado letárgico. Siento que mis pensamientos van más lentos y que mis actividades regulares se han visto afectadas pues lo que más he añorado es dormir, sobre todo después de comer y cuando hemos estado caminando por esas frías aceras bajo las interminables capas de ropa que se supone estaban amainando la gélida temperatura que todo el tiempo estuvo bajo el punto de congelación. No me puedo quejar, pues a pesar del frío todos los días fueron sumamente soleados y no sé si mi rostro se ha quemado por los rayos solares o si ha sido por las bajas temperaturas.

He tenido una serie de emociones encontradas durante mi corta estadía en Washington D.C. y eso que apenas fue el comienzo de mi viaje. Creo que desde el momento que comencé a caminar los pasillos del Aeropuerto Internacional Comalapa me sentí raro. Típicamente era la época del año en la tenía que participar en la Conferencia de Ventas de mi antiguo empleador en Dallas, así que me sentí muy extraño pasar visitando a la “señora chelita” en mi Duty Free favorito y no comprarle nada. Ella siempre tratando de convencerme en comprar más de algo me decía “cómprelo ahorita y lo pasa recogiendo a su regreso”, estrategia que esta vez no le funcionó ya que le respondí que era hasta marzo! Otra cosa que me sacó de onda en el Aeropuerto de El Salvador fue ver a los ejecutivos centroamericanos con sus disfraces corporativos corriendo de un lado a otro para tomar sus conexiones. Me sentí tan lejos de ese tipo de estrés y me di cuenta que mi estrés ahora es de otro tipo. ¿Más complicado? No lo sé. Más personal, eso sí. Es el estrés de regresar a mi tierra y comenzar un negocio que sea rentable y el cual me permita suplir mis necesidades! Todo a su debido tiempo!

Lo cierto es, que el viernes que me junté con Vanessa frente a la Casa Blanca y nos fuimos a tomar un café, ella me dijo que me veía diferente, que me veía rejuvenecido. Aún no sé si por el hecho de haberme rapado la cabeza y rasurado la barba es que ella me veía más joven, pero me dijo que a diferencia de cómo me vio en Islandia, había encontrado a un Walter muy relajado, lo cual se denotaba en un aura de juventud. Joven o no, a mis 42 años estoy a tiempo para volver a empezar, con toda la energía del mundo y tratando de seguir mis sueños. Eso me llamó la atención de Juan Pablo, el colombiano a quien le daban la fiesta de despedida. A sus 28 años dejó su carrera como periodista en Washington D.C. para regresar a Medellín y comenzar a hacer política, lanzándose a un puesto del gobierno paisa. Eso me hizo analizar que hay una gran diversidad de sueños en el mundo: algunas personas sueñan con ser pilotos de aerolínea; otras sueñan con casarse y tener hijos; otros quieren ser periodistas y reporteros internacionales; otros quieren hacer política o alcanzar un alto puesto ejecutivo dentro de una gran corporación. Para esto último estudian maestrías, pasan procesos de selección rigurosos y truculentas entrevistas de trabajo, vistiendo atuendos de poder para tratar de impresionar a otros ejecutivos que también quieren tratar de demostrar su poder. Es un círculo extraño, vicioso, al cual yo llegue por cosas de la vida, pero no fue algo que realmente hubiese planeado. Yo quería ser artista de pequeño y mi carrera artística se vio truncada a los 8 años cuando fuimos a visitar a mi tío Omar, hermano de mi madre, con toda la intención de pedirle me patrocinara clases de piano y sin saber ni a qué horas, él tomó el teléfono y me inscribió en clases de karate. Una estrella más no nació esa noche!

Con el tiempo me acostumbré al mundo corporativo. La verdad sencillamente me dediqué a trabajar lo mejor posible y me gané la confianza de mis diversos jefes, lo que me llevó a tener promoción tras promoción, aumento tras aumento. Lo que mucha gente luchaba por obtener, yo me lo gané a base de puro esfuerzo y trabajo, y a base de mantener contentos a mis clientes. La verdad, como salvadoreño, me siento dichoso de haber llegado a atender clientes relativamente grandes en América Latina y en países tan diversos como México, Perú, Venezuela, Colombia, Jamaica, Trinidad, Panamá y por supuesto mi tierra, El Salvador. Siempre me pareció increíble, que un muchacho “de pueblo” (y estoy hablando de San Salvador cuando lo comparamos con ciudades como México D.F., Caracas y Bogotá) pudo manejarse en círculos internacionales de clientes, además ganando premios dentro de mi empresa desde los famosos “Circle of Distinction” que se los daban a todos los pobres esclavos que no teníamos vida y nos habíamos hecho “work-aholicos” hasta el premio latinoamericano de ventas y servicio que me gané para demostrarle a un vice-presidente que estaba equivocado en relación a mi potencial, ya que los de personalidad no-agresiva también podíamos sobrepasar las metas asignadas! En fin, son años que me permitieron conocer el mundo y consolidar una acomodada posición en mi país. Pero no soy el tipo de persona que quiere envejecer en una corporación, tratando de impresionar a jefes o haciendo cosas que no quiero hacer. Mi momento de cambio llegó. ¿Será que mi momento artístico llegó nuevamente? ¿O más bien la vida me está poniendo como facilitador para que nuevos artistas se puedan desarrollar? El tiempo lo dirá.

Por el momento los dejo. Estoy en el avión de American Airlines con destino a Barcelona, a punto de cenar pollo, viendo muy adecuadamente “Eat, Pray, Love” con Julia Roberts, que fue justo uno de los libros que devoré antes de comenzar mi mini-sabático. Entre eso y el YO de Ricky Martin, hay fuente de inspiración para el blog. En Barcelona me voy además a enfrentar a mis demonios internos. Un abrazo! Próximo reporte desde la Ciudad Condal!

sábado, 22 de enero de 2011

Desde Washington D.C.

¿Porqué fue que decidí viajar en el invierno boreal en vez del verano austral? Ahhh, si! ¿Porque mi amiga Lara me convenció en llegar a pasar una temporada a Italia con ella y su novio? Ella fue el detonador para elegir Europa, aunque en su ciudad actual son 9 días del total de 59 que pasaré afuera, pero la vida es siempre irónica y nos muestra dificultades para nosotros poder resolverlas. De todas formas, ¿sería aburrida o sería mejor una vida sin dificultades?
Han pasado apenas 24 horas desde el inicio de mi viaje y ya se presentaron cuatro dificultades o inconvenientes, las cuales todas tienen arreglo, pero que requieren tiempo de atención. Esto es como un entrenamiento de vida para cuando comience a organizar mi propio negocio, pues algunas cosas inverosímiles han pasado en estos dos días.

Lo primero lo recibí a través de un correo electrónico de la empresa Rail Europe, con quienes comprara por Internet los billetes de tren para movilizarme desde Venecia hacia Budapest con todo y sus puntos intermedios. No todos los trenes en Europa cuentan actualmente con boletería electrónica, por lo que tuve que pedirle de favor a Lara si podían enviármelos por correo a su dirección en Sesto Calende, en la Lombardía italiana (a orillas del Lago Maggiore), a lo cual ella accedió sin problemas y yo procedí a ordenar los tales boletos para que me fuesen enviados por correo. De hecho, el sitio web de Rail Europe solo daba la opción de envío por DHL, por lo cual cobraba un poco extra pero que sonaba razonable para garantizar la llegada de los boletos en un corto período de tiempo. El correo que recibiera el mismo día de mi salida de viaje en horas de la mañana, me informaba que el paquete de DHL conteniendo los billetes de tren habían sido retenidos en el Aeropuerto de Milán Malpensa por no encontrar una dirección válida para su entrega. Lo interesante es que al momento de poner la orden, puse la dirección exacta tal cual me la había pasado Lara. El inconveniente consiste en que alguien debe ponerse en contacto con DHL en Italia de inmediato, pues Rail Europe dice “que no se hacen responsables si el paquete es destruido porque nadie lo reclame”. Tuve que contactar a Lara para que me ayude por allá y ella muy amablemente habló a DHL para reconfirmar la dirección y que puedan hacer la entrega!!! Aparentemente ya se resolvió.

El segundo inconveniente lo recibí a través de una llamada telefónica de parte del Banco de América Central, media hora antes de partir hacia el Aeropuerto Internacional de El Salvador. Me notificaban que mi tarjeta VISA, la cual había sacado expresamente para este viaje era parte de un listado de tarjetas de crédito en una base de datos comprometida, por lo cual tenían que proceder a bloqueármela!!! Después del shock inicial, la empleada de Credomatic me indicó que me iban a enviar la tarjeta por DHL (otra vez!) a cualquier parte del mundo sin costo alguno y que tomaría más o menos unos cinco días hábiles en llegar, por lo cual no llegaría a tiempo en mi estadía dentro de Washington D.C. y me daba miedo que me la enviaran a Barcelona, pues no se exactamente qué tan honrados sean en el hostal donde me voy a hospedar. Además Canarias no me parecía tampoco una buena opción para que me la enviaran! Tomé entonces la decisión que se hiciera el envío directamente a Valencia, a la casa de Guadalupe, la mamá de mi amiga Tatiana, por ser una dirección particular y una ciudad más grande. Aún no sé si será una señal divina para no gastar, pero eso me lleva al tercer inconveniente….

Lara y Andrea están en período de transición buscando un nuevo apartamento en Milán. Mientras tanto están viviendo con los papás de Andrea en Sesto Calende y muy amablemente me ofreció quedarme con ellos ya que la casa tiene muchas habitaciones y ya la suegra ha hospedado a otras personas amigas, incluyendo a Vanessa y toda su familia peruana. El problema es que Lara no le consultó a tiempo a su suegra y parece que van a tener visitas en las fechas que yo estaré ahí (o eso, o a la señora no le pareció que un amigo de su nuera llegara a quedarse en su casa. Digo, puede ser cultural, ¿No? Así que ahora tengo que encontrar un hotelito u hostal en el área de los Lagos Italianos y es algo que no había tomado en cuenta. Todo viaje debe ser vibrante y cambiante. Lo bueno es que ahora viajamos con tecnología y mientras haya Internet y tarjeta de crédito, pues todo se puede resolver! (si, con la otra tarjeta de crédito). La buena noticia que me dio Lara, ya que se siente apenada conmigo, es que en compensación que no me puede hospedar, me prestará el auto de ella con GPS para que explore la zona de los lagos a mi gusto! :-)

La cuarta complicación es el equipaje. Cuando pesé mi maleta en el Aeropuerto de El Salvador, ésta pesaba 52 libras y aparentemente American para mi vuelo transatlántico solo permite 50 libras y si no pues aplica un cargo de 60 dólares. Al principio pensé usar la bolsa de viaje que tengo dentro de la maleta y facturar dos piezas, pero la pieza extra cuesta 50 dólares pues para Europa solo permiten una chequeada! Al final eso se resuelve con dinero pero es extra que se podría gastar en dulces, jejeje.

Ya más relajado me doy cuenta que todos los inconvenientes de viaje que he mencionado tienen solución, así como todo en la vida. Muchas veces uno no ve más allá de sus narices y se ofusca en el momento de cómo resolver algo, cuando las cosas se resuelven solas en su gran mayoría de veces. Me tengo que relajar. Este viaje es para relajarme y pensar tranquilamente las cosas no para generarme más estrés. ¿Porqué será que el estrés es parte de nuestras vidas inclusive en un mini-sabático? O es que yo soy el estresado permanente?

Saludos desde Washington D.C.

En un rato saldremos de museos y compras. El clima afuera es de -7C, pero bueno, me decidí por el Norte, así que a disfrutar del frío. La buena noticia es que uno quema 30% más de calorías en este clima, así que a falta de gimnasio y de spinning, a aguantar frío se ha dicho! Feliz fin de semana!

jueves, 20 de enero de 2011

Mini Sabatico 2011

Después de un largo período de ausencia, he decidido retomar mis escritos en la forma más cibernética posible: a través de mí abandonado blog. Mi viaje sabático lo podrán seguir los que quieran, leyendo mis ideas y pensamientos más profundos, así como impresiones de viaje en esta especie de diario público.

Después de abandonar el mundo corporativo para emprender mis negocios propios decidí que lo más saludable para encontrarme a mí mismo era realizar un viaje de un par de meses. Hubiese querido tomarme un año completo, pero la realidad es que tengo que montar un negocio a mi regreso el cual me genere ingresos. Tomé una decisión compleja pero la correcta para mi vida: ya no quiero ser empleado de nadie. Ya no quiero entrevistarme para un trabajo, sino más bien ser yo el que entreviste a mis potenciales empleados.

El mundo corporativo me llenó de satisfacciones durante muchos años, pero la verdad es que de empleado de lujo no iba a pasar. El título de Director de Cuentas se escucha medio rimbombante, pero al final uno es un gato más dentro de la carrera de ratas, donde todo es facturar, vender, producir, generar dinero… Todo esto está bien… Pero es generar dinero para otros, no para uno mismo y no muchas veces haciendo lo que a uno le gusta.

Claro que 21 años en una corporación de la industria de viajes me mal acostumbró al esencial encanto de viajar y descubrir el mundo, así que cual podría ser la extrañeza de que antes de mi metamorfosis a empresario quisiera tomar mi maleta y cruzar océanos, valles y montañas dentro de la constante exploración personal interna. Un viaje de auto-exploración. ¿Por qué no? Soy fiel creyente de que la mejor forma de observarse uno mismo es lejos del entorno cotidiano. Muchos pensarán que estoy haciendo este viaje por turismo y en parte es cierto, pero el principal propósito es tener un entorno natural y urbano lejos de mi casa y de mi gente, así como de las obligaciones diarias y oficios domésticos, para que la concentración y la creatividad puedan fluir, recuperando esa musa que otrora se marchara. Quiero recuperar mi alegría por vivir y mi creatividad, que en algún momento quedaron de lado cuando me hundí en el alcohol y la depresión. Quiero regresar renovado y ser un nuevo Walter listo para la nueva etapa de mi vida. Nada pasa por casualidad.
¿A dónde voy a todas estas? Me estuve debatiendo por semanas si iba al Norte o al Sur, a Europa en invierno o a Sur América en verano, pero circunstancias de la vida me hicieron decidir por cruzar el charco nuevamente. En parte mi amiga Lara en Italia influyó mucho en la decisión, pues me preguntó que si quería pasar una temporada con ellos aprovechando que iba a tener algo de tiempo para hacerlo. Lo irónico de todo es que Lara, durante la Navidad del 2009 cuando la visité en Milán y Génova, me había dicho muy coloquialmente “la próxima vez Sr, Avila, por favor venga en verano a Italia que está cañón atenderlo con estos -7C de temperatura”. La lengua castiga, así que heme acá en un avión con destino al invierno europeo y a visitar a Lara y a su novio con abrigos y bufandas en mano.

Ya que Lara me ofrecía regresar a visitarla en invierno, tomé un mapa y me puse a decidir que ruta lógica tomar para conocer nuevos lugares y visitar amigos al mismo tiempo, quienes me pudiesen dar hospedaje por unos días, pero al mismo tiempo con quienes pudiese conversar viendo la vida desde otras perspectivas y experiencias.
Fue así como terminé con el siguiente itinerario de viaje, el cual no creo que haya sido creado por casualidades de la vida: Washington DC, Barcelona, Lanzarote (Islas Canarias), Costa Brava española, Valencia, Sesto Calende (a orillas del Lago Maggiore, ahí es donde vive Lara), Stressa, Como, Milán, Bologna, Zermatt (Suiza, donde está el Matternhorn), Venecia (una semana antes de su famoso Carnaval), Innsbruck (en el propio Tirol austríaco), Vienna, Bratislava (Eslovaquia), Budapest (Hungría) y Nueva York. Es un viaje de prácticamente dos meses (59 días, por un día no nos vamos a pelear), muchos lugares, diversos medios de transporte y mucho contacto con la naturaleza y las artes. Este viaje tiene un propósito y es una exploración interna. El blog no es más que un desahogo de ideas para compartir al verdadero Walter, el que existe más allá de las fiestas y los martinis, las cuales deben quedar relegadas a segundo plano durante el recorrido para dar paso a una búsqueda personal más profunda. ¿Me acompañan en esta búsqueda?

Que Dios me guie e ilumine mi camino, y me los bendiga a todos!

Saludos desde un avión de TACA con destino a Washington DC, sobrevolando algún lugar del Estado de Georgia y con una luna preciosa de compañera de viaje en mi ventana, Pollo Campero en el asiento de al lado para recordar que mi tierra me acompaña, escuchando Celtic Woman en iTunes y entre intervalos de lectura de “YO”, la autobiografía de Ricky Martin, quien comparte con nosotros su exploración personal por lo cual consideré como material de lectura adecuado para el viaje.

Centro Europa 2006