domingo, 30 de enero de 2011

Preguntas existenciales y amorosas en el camino de Barcelona a Lanzarote

Es increíble como el tiempo puede pasar de rápido, pues ya ha pasado una semana desde que comencé mi viaje. Pensé que iba a tener más tiempo para escribir, pero entre los paseos y la visita a amigos, pues no me han quedado muchas horas para sentarme con la concentración necesaria para plasmar mis pensamientos en el papel electrónico.

A una semana de haber salido de casa, caminando por las calles de una Barcelona nublada e invernal, me di cuenta que parte de la alegría me estaba regresando al alma. Después de la crisis de los recuerdos atormentándome en los principales monumentos de la ciudad, he estado apacible. De hecho he tomado el viaje muy al suave y ayer dejé que el cuerpo descansara hasta que él solo quisiera levantarse, así que dormí casi por 12 horas consecutivas de jueves para viernes, con lo cual me pude percatar que mi humor había cambiado radicalmente al sentirme relajado y sin preocupaciones. Claro que ver a mis amigos Carlos y su pareja y a Lizeth con su esposo e hijo me han ayudado bastante a obtener esa paz mental, pues con su plática y sus atenciones he distraído mucho la mente del encuentro con mis demonios internos.
Para variar estoy en un avión. Esta vez volando con RyanAir con destino a Lanzarote en las Islas Canarias. Es sumamente emocionante ya que será lo más cercano que he estado a este lado del África, pues aunque sea parte de España, geográficamente las islas son parte del continente africano. Será una experiencia muy exótica, sobre todo recorrer sus playas y subirme a un dromedario para dar un paseo, que es de las cosas que más ansío para mi visita, aparte por supuesto de ver a mis amigos salvadoreños Deybbi y Luis. ¡Impresionante como los salvadoreños estamos hasta en la China!

Pensando y analizando, a una semana de haber comenzado mi viaje… ¿Qué exactamente he ganado con haberlo hecho? Además me pica la culebrita viajera por no completarlo en Budapest. Es más, debería continuarlo hacia Estambul para luego recorrer el Medio Oriente (Israel, Jordania, Egipto y los emiratos árabes), para luego saltar hacia Tailandia y Camboya, completando el círculo en Hong Kong, Corea y Japón. ¿Será que me animo a hacerlo? Por momentos quisiera seguir recorriendo el mundo hasta encontrar un lugar donde establecerme. ¿Pero cuál es esta tremenda necesidad de estar lejos de El Salvador? Amo mi país, pero quiero tratar de entender porque quiero estar lejos por tanto tiempo. ¿Es realmente ganas de conocer el mundo? ¿Es necesidad de actuar como trotamundos? ¿O es que estoy huyendo de todo lo que me rodea? La ansiedad y la tristeza se me aplacan estando en constante movimiento. Caminando, descubriendo, caminando, observando, caminando, saboreando. ¿Pero exactamente cuál es mi meta? ¿Qué es lo que quiero alcanzar con esto? Son preguntas que ahora mismo me hago tratando probablemente de evadir mi realidad de regresar a mi tierra e invertir en un negocio propio. ¿Porque no vender todas las pertenencias y buscar mi lugar en el mundo? ¿Dónde será que realmente pertenezco? ¡Wow! ¡Cuantas preguntas! Y esto definitivamente va mucho más allá de una crisis existencial. Es tratar de saciar un hambre de todos mis sentidos que me hacen sentir vivo! Si, eso es, viajar me hace sentir vivo, pero por qué tener la idea de un viaje permanente… ¿Alguien me puede decir que es lo que estoy buscando?

Otra cosa en la que he estado filosofando muy profundamente es en las cuestiones del amor. He visto a mis amigos durante el viaje y cada uno de ellos tiene una relación muy estable y de mucho cariño con personas maravillosas, pero me hacen pensar también que tuvieron que emigrar al extranjero para poder encontrar a su media naranja. ¿Será eso lo que estoy buscando? ¿El amor? No me hace sentido, pero siempre me han dicho mis amigos que debería buscar a alguien en el extranjero o emigrar a algún país que entienda un poco más mi forma de pensar. ¿Tan extranjero soy en mi propia tierra que no puedo tolerar ciertos comportamientos de conformismo o abuso a los que los salvadoreños se mal acostumbran? Ver esas relaciones estables en mis amigos, con personas profesionales y que les quieren tanto me hace preguntarme qué he hecho mal… Entonces, retomando el tema del amor, créanme que estoy reacio a conocer a alguien de otro país si no estamos dentro de la misma área geográfica. ¿Pero qué pasa con los extranjeros que llegan a El Salvador? Eventualmente se regresan a su país o se van para otro lado. Entonces… ¿Porqué no soy yo el que da el paso y me voy para otro lado? Pero esa no es una razón válida para emigrar, aunque tengo amigas que se han ido de El Salvador para buscar marido o por seguir a un hombre. De hecho mis padres me drenan emocionalmente, así que estando lejos de ellos me siento más estable que cerca. Mucha gente me critica por estar tan alejado, pero crecer en el seno de una familia donde pasaban como perros y gatos todo el tiempo lo que ha causado es que sea sumamente desamorado. Hay quienes se acogen a la familia para obtener ese cariño necesario en la vida. Yo sencillamente no tengo ese cariño familiar y aunque nunca es tarde para buscarlo, y disfruto el tiempo que paso con mis hermanos, no suple la necesidad de amar y ser amado que uno puede tener. Los amigos están con uno en las buenas y en las malas, pero tampoco suplen ese amor de pareja. ¿Entonces qué me queda? El amor por mis viajes y la exploración del mundo!!! Eso es algo que nadie, pero nadie me podrá quitar… Los recuerdos, los aromas, los sabores, los colores del desierto, la belleza del atardecer, lo sublime de los museos, el pavimento recorrido, la pasión por los conciertos y el teatro… ¿Qué hago? ¿Emigro? ¿Me quedo en El Salvador y establezco un negocio donde pueda tener la capacidad de traer el mundo, los sabores y aromas a mi tierra? Yo tengo bien clara mi idea de negocio, pero me da pavor compartirla muchas veces, sobre todo con la experiencia del festival de comida que recientemente organizara, donde el dueño del restaurante me preguntara si no había problema de mi parte si incluía los platillos dentro de su menú regular. Claro que le dije que no había problema, pues él tiene ya un restaurante montado, yo no tenía ningún negocio establecido, pero lo que me pareció poco ético es que nuestra primera conversación relacionada a dicho festival fue que yo quería hacer un experimento de mercado para ver la aceptación de ese tipo de comida en El Salvador para posteriormente animarme a abrir un restaurante de ese tipo. Además me mostró un espacio desocupado de su restaurante donde podría abrirse un pequeño lounge temático, el cual posteriormente me informó que iba a ser utilizado para otra cosa.

Es por este tipo de cosas que mi hermano dice que la gente se aprovecha de mi por buena gente, con lo que sin querer piensa que soy pendejo y que me dejo de la gente. En el mundo de los negocios no se puede confiar en nadie. ¿No sería más fácil invertir mi dinero en un negocio en el extranjero? ¿Invertir o no invertir en mi país? ¿Confiar o no confiar en posibles socios de negocios?
¿Y el amor dónde queda en todo este relajo mental? Lo irónico es que en este viaje he visto el amor alrededor mío en todas sus expresiones. Ahora mismo tengo sentadas a mi lado a dos lesbianas en el avión que no han parado de besarse y de agarrarse la mano. En el tren de Barcelona al Aeropuerto, se sienta frente a mí una pareja y empieza a comerse a besos y los de la par comienzan a hacer los mismo! Hey! Por favor! No coman pan delante de los pobres!!!

Cualquiera diría que una de las prioridades de mi viaje es encontrar el amor nuevamente, pero contradictoriamente no es algo que me interese. Claro que sería bonito e interesante tener un romance, pero dónde voy a conocer a alguien si ni siquiera en Internet me meto a ver que hay disponible y si voy a un bar o una discoteca me aburre el jueguito de la coquetería (esto último ya sea de viaje o en mi propio país). Cuando Cupido flecha a alguien pues lo flecha y ya, con o sin coquetería. Pero claro, ven a un tipo tan serio en una barra de bar, nadie se va a acercar. Pero es que no siento el llamado de estar coqueteando con alguien. ¿Qué voy a conseguir al final? ¿Una noche de pasión? Me aburren ya las noches de pasión esporádicas. Retomo la primera premisa de querer seguir recorriendo el mundo… Esa si es una pasión permanente. Esa pasión por viajar no te molesta. No te pregunta a dónde vas ni por qué vas. Y no sé porque la gente insiste en preguntar con quién estoy viajando, como que fuese pecado viajar solo o tal vez por curiosidad si tengo algún mi amorío escondido por ahí. Pues no. Soltero y no buscando. Una vez encuentre mi destino y mi sitio en el mundo, entonces tal vez podré pensar nuevamente en compartir mi vida con alguien. Mientras tanto, sigamos recorriéndolo. ¿Qué hago, regreso y pongo el negocio, o me voy para el Medio y el Lejano Oriente?

Bueno, ya casi llegamos a Lanzarote y han sido muchas preguntas filosóficas para un solo blog. Espero que las Canarias abran mi mente y que esa energía volcánica llene mi mente y mi cuerpo para seguir adelante en mi búsqueda personal!
Feliz semana!

2 comentarios:

Henry Fernando Martinez Copete dijo...

"Filofobia" es un persistente, anormal e injustificado miedo al amor, a enamorarse o a estar enamorado. ¿En qué lugar de tu reflexión abres espacio para comprender esto? Es interesante notar que confiesas buscar el amor, pero al mismo tiempo levantas una cantidad de barreras enormes para mantenerlo alejado. Los grandes descubrimientos vienen de la reflexión, de leer e interpretar lo que que conscientemente crees haber dicho. Entre las extensas líneas hay más respuestas que los interrogantes que planteas. ¿Cuáles son esas barreras? Están redactadas de forma impecable. Por último, ahora que estás en ese estado de reflexión filosófica, define que es el "amor" para tí, pues compañía, besos o expresiones de afecto no necesariamente hablan de amor.

Un abrazote.

Walter A dijo...

Ya que me has dejado tarea, la proxima edicion despues de la que subi hoy estara dedicada a reflexionar que es el amor para mi. Miedo al amor? Mas bien miedo a sufrir de nuevo.

Centro Europa 2006