martes, 25 de enero de 2011

El frio me esta afectando ya las neuronas?


Washington D.C. me ha tratado como solo el Primer Mundo lo puede hacer: me ha ofrecido sus museos y monumentos de forma gratuita, he degustado su gastronomía internacional y 100% orgánica, he caminado por sus calles como un local y he pasado muy gratos momentos con mis amigos Vanessa, la peruana y Julio, el salvadoreño. A ambos los considero de mis mejores y más cercanos amigos.

De hecho me estuve hospedando en el estudio de Julio, muy bien ubicado en Massachusetts y 13th Street (Embassy Row), donde las principales atracciones, compras, restaurantes y monumentos quedan a paso de ratón tras realizar una corta y cómoda caminata. La Casa Blanca queda de su apartamento como a unos 10 minutos de distancia y el Washington Memorial con su imponente Obelisco a 20 minutos de camino. Interesantemente y por aquellas casualidades de la vida, Vanessa vive a unas cinco cuadras del apartamento de Julio y me explica que esta es la mejor área para vivir sin necesidad de tener un auto, pues sus oficinas quedan a un paso y se pueden ir a pie, el Metro está a tres cuadras y eso les permite conectar con cualquier punto de la ciudad. Ambos aman el carácter internacional de la ciudad, que no será tan cosmopolita como su cercana prima Nueva York, pero les permite disfrutar de cuadros de Picasso y Degas de forma gratuita, presenciar una toma de posesión histórica del primer presidente afroamericano de este país y cenar comida árabe o etíope si se les apetece.

En mi corta estadía he tenido la oportunidad de almorzar comida rápida hindú en el foodcourt de un centro comercial, cenar couscous de pollo en el Restaurante Marrakech al ritmo de música arabesca con belly dancers amenizando la cena, admirar los cuadros de los impresionistas y modernistas europeos en uno de los museos de arte del Smithsonian, observar la reconstrucción de las osamentas de dinosaurios en el Natural History Museum, almorzar comida 100% orgánica en Dupont Circle en Le Pain Cotidien, visitar un templo masónico en Alexandria e interactuar con periodistas colombianos y venezolanos en la despedida de un compañero de trabajo de Julio que se va a seguir su sueño de entrar en el mundo de la política en su tierra, Medellín.
Es interesante hacer el recuento de actividades pues a simple vista se ve que estuve muy ocupado, pero al mismo tiempo dormí largo y tendido durante los cuatro días de mi visita. Durante el fin de semana no nos levantábamos antes de las 11 de la mañana y es que además el frío me ha mantenido en estado letárgico. Siento que mis pensamientos van más lentos y que mis actividades regulares se han visto afectadas pues lo que más he añorado es dormir, sobre todo después de comer y cuando hemos estado caminando por esas frías aceras bajo las interminables capas de ropa que se supone estaban amainando la gélida temperatura que todo el tiempo estuvo bajo el punto de congelación. No me puedo quejar, pues a pesar del frío todos los días fueron sumamente soleados y no sé si mi rostro se ha quemado por los rayos solares o si ha sido por las bajas temperaturas.

He tenido una serie de emociones encontradas durante mi corta estadía en Washington D.C. y eso que apenas fue el comienzo de mi viaje. Creo que desde el momento que comencé a caminar los pasillos del Aeropuerto Internacional Comalapa me sentí raro. Típicamente era la época del año en la tenía que participar en la Conferencia de Ventas de mi antiguo empleador en Dallas, así que me sentí muy extraño pasar visitando a la “señora chelita” en mi Duty Free favorito y no comprarle nada. Ella siempre tratando de convencerme en comprar más de algo me decía “cómprelo ahorita y lo pasa recogiendo a su regreso”, estrategia que esta vez no le funcionó ya que le respondí que era hasta marzo! Otra cosa que me sacó de onda en el Aeropuerto de El Salvador fue ver a los ejecutivos centroamericanos con sus disfraces corporativos corriendo de un lado a otro para tomar sus conexiones. Me sentí tan lejos de ese tipo de estrés y me di cuenta que mi estrés ahora es de otro tipo. ¿Más complicado? No lo sé. Más personal, eso sí. Es el estrés de regresar a mi tierra y comenzar un negocio que sea rentable y el cual me permita suplir mis necesidades! Todo a su debido tiempo!

Lo cierto es, que el viernes que me junté con Vanessa frente a la Casa Blanca y nos fuimos a tomar un café, ella me dijo que me veía diferente, que me veía rejuvenecido. Aún no sé si por el hecho de haberme rapado la cabeza y rasurado la barba es que ella me veía más joven, pero me dijo que a diferencia de cómo me vio en Islandia, había encontrado a un Walter muy relajado, lo cual se denotaba en un aura de juventud. Joven o no, a mis 42 años estoy a tiempo para volver a empezar, con toda la energía del mundo y tratando de seguir mis sueños. Eso me llamó la atención de Juan Pablo, el colombiano a quien le daban la fiesta de despedida. A sus 28 años dejó su carrera como periodista en Washington D.C. para regresar a Medellín y comenzar a hacer política, lanzándose a un puesto del gobierno paisa. Eso me hizo analizar que hay una gran diversidad de sueños en el mundo: algunas personas sueñan con ser pilotos de aerolínea; otras sueñan con casarse y tener hijos; otros quieren ser periodistas y reporteros internacionales; otros quieren hacer política o alcanzar un alto puesto ejecutivo dentro de una gran corporación. Para esto último estudian maestrías, pasan procesos de selección rigurosos y truculentas entrevistas de trabajo, vistiendo atuendos de poder para tratar de impresionar a otros ejecutivos que también quieren tratar de demostrar su poder. Es un círculo extraño, vicioso, al cual yo llegue por cosas de la vida, pero no fue algo que realmente hubiese planeado. Yo quería ser artista de pequeño y mi carrera artística se vio truncada a los 8 años cuando fuimos a visitar a mi tío Omar, hermano de mi madre, con toda la intención de pedirle me patrocinara clases de piano y sin saber ni a qué horas, él tomó el teléfono y me inscribió en clases de karate. Una estrella más no nació esa noche!

Con el tiempo me acostumbré al mundo corporativo. La verdad sencillamente me dediqué a trabajar lo mejor posible y me gané la confianza de mis diversos jefes, lo que me llevó a tener promoción tras promoción, aumento tras aumento. Lo que mucha gente luchaba por obtener, yo me lo gané a base de puro esfuerzo y trabajo, y a base de mantener contentos a mis clientes. La verdad, como salvadoreño, me siento dichoso de haber llegado a atender clientes relativamente grandes en América Latina y en países tan diversos como México, Perú, Venezuela, Colombia, Jamaica, Trinidad, Panamá y por supuesto mi tierra, El Salvador. Siempre me pareció increíble, que un muchacho “de pueblo” (y estoy hablando de San Salvador cuando lo comparamos con ciudades como México D.F., Caracas y Bogotá) pudo manejarse en círculos internacionales de clientes, además ganando premios dentro de mi empresa desde los famosos “Circle of Distinction” que se los daban a todos los pobres esclavos que no teníamos vida y nos habíamos hecho “work-aholicos” hasta el premio latinoamericano de ventas y servicio que me gané para demostrarle a un vice-presidente que estaba equivocado en relación a mi potencial, ya que los de personalidad no-agresiva también podíamos sobrepasar las metas asignadas! En fin, son años que me permitieron conocer el mundo y consolidar una acomodada posición en mi país. Pero no soy el tipo de persona que quiere envejecer en una corporación, tratando de impresionar a jefes o haciendo cosas que no quiero hacer. Mi momento de cambio llegó. ¿Será que mi momento artístico llegó nuevamente? ¿O más bien la vida me está poniendo como facilitador para que nuevos artistas se puedan desarrollar? El tiempo lo dirá.

Por el momento los dejo. Estoy en el avión de American Airlines con destino a Barcelona, a punto de cenar pollo, viendo muy adecuadamente “Eat, Pray, Love” con Julia Roberts, que fue justo uno de los libros que devoré antes de comenzar mi mini-sabático. Entre eso y el YO de Ricky Martin, hay fuente de inspiración para el blog. En Barcelona me voy además a enfrentar a mis demonios internos. Un abrazo! Próximo reporte desde la Ciudad Condal!

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