viernes, 11 de febrero de 2011

Con destino a Valencia, España: hablemos de comida, de parejas, del amor y otras hierbas.

Como dicen en España cuando te saludan en cualquier parte: ¡Hola! (Algo que no entiendo es como el español promedio en su vida habitual pueda ser tan informal si nos heredaron en Latinoamérica los tan educados buenos días, buenas tardes y buenas noches. Ahora te reciben en las tiendas de conveniencia, en el tren, en las recepciones de hotel, con un simple “!Hola!” ¿Qué pasó con lo que ellos mismos nos enseñaron a decir cuando nos conquistaron?)

Creo que hago una introducción muy patada al pecho pues me sorprende como un país que nos dictó tantas reglas gramaticales, ortográficas y de protocolo sea ahora tan informal en su forma de tratar a clientes y desconocidos. Es cierto que después de liberarse de la dictadura de Franco la gente se relajó muchísimo, pero las buenas maneras y costumbres se vieron como algo de la sociedad conservadora de la que se querían olvidar. Pero bueno, claro que no toda la gente es así y es muy grato escuchar cuando algunas personas te saludan con el formal Buenos Días o Buenas Tardes. En Francia lo hacen (Bon Jour), en Italia lo hacen (Buon Giornno), en Alemania lo hacen (Guten Morgen), en Brasil lo hacen (Buon Dia), en Inglaterra lo hacen (Good Morning) y definitivamente en Latinoamérica lo hacen (Buenos Días). ¿Qué le pasó a los españoles?

Como no puedo cambiar el mundo, pues me dedico a observarlo y comentarlo, tomando mis propias conclusiones, las cuales no necesariamente tienen que ser las mismas de mis amigos lectores… Para variar del avión estoy en un tren de la empresa Talgos, el cual tomé en Barcelona Sants y estoy en mi trayecto con destino a Valencia, donde visitaré a Guadalupe, mamá de mi gran amiga Tatty, quien tan cordialmente, junto con su esposo, me han ofrecido hospedarme y llevarme a conocer la ciudad. La verdad que en el camino solo me he encontrado con ángeles que me han tendido la mano y me han hecho sentir en casa. Lizeth y Juan en Alella (el pueblo a donde viven, a 20 minutos de Barcelona), realmente me trataron como un rey todo el tiempo. Me hicieron reencontrar el gusto de estar en casa tranquilo, sin andar del timbo al tambo en bares y discotecas, viendo televisión y probando exquisitos platillos españoles. Tienen un niño pequeño, Pablo, de cuatro años, muy apegado a su madre y con quien me he divertido tanto con sus ocurrencias y comentarios. Tienen un muy bonito matrimonio. Ambos son muy trabajadores y Pablo es el niño de sus ojos. Una relación de pareja ideal, donde se compenetran y se llevan sumamente bien. Lo que no les he contado es que Juan es chef de alto nivel y ha trabajado en hostelería y turismo durante muchísimo tiempo, lo cual también lo transmite como anfitrión en su hogar.
Tener un chef en casa por supuesto que tiene sus ventajas y desventajas, pues cómo puede uno despreciar comida preparada tan espectacularmente y con ingredientes de primera calidad, que además en El Salvador serían importados… En mi corta estadía con ellos hemos comido tortillas de patatas, pulpo a la gallega, rissotto con mariscos y espárragos, gulas con gambas, camarones gigantes al ajillo, anchoas, jamón serrano, salchicha, pescado fresco, ensalada caprese… En fin, no puedo detallar lo exquisito de su arte culinario. Claro que todo tiene su precio. El mío ha sido comenzar a verme cachetón en las fotos, lo cual para un anoréxico de mediana edad que además se está quedando calvo en medio de un viaje de auto-descubrimiento no hace ninguna gracia!!! Pero como del dicho al hecho hay un gran trecho, acabo de regresar del coche-comedor del tren de tomar una cerveza Heineken, unas papas Frito-Lays y almendras horneadas. ¿Qué quiero ilustrar con esto? La voluntad de puta que tengo con la comida y la bebida.

En San Salvador llevo una dieta relativamente saludable, exceptuando por el alcohol y las pastas, voy al gimnasio prácticamente todos los días de semana a tomar una clase de spinning de 45 minutos y otro tanto igual de pesas, pero en este viaje me he desatado, probando todo lo que me ponen enfrente!!! Antes de mi viaje terminé de leer el libro (y también vi la película) de Eat, Pray, Love (Comer, Rezar, Amar) para irme familiarizando con un viaje que te cambia la vida, pero lo que no tomé en cuenta es que yo iba a estar en el estado “Eat” de forma permanente. Apenas he tenido 21 días de viaje y aún me falta Italia (pastas por amor de Dios) y he comido, y comido, y comido, y comido… Lo divertido es que no se si ya venía así de cachetón de El Salvador, pero me estoy desconociendo en las fotos. El problema es que me trae una distracción innecesaria en el viaje, pues en vez de disfrutar la comida y los momentos, me estoy comenzando a preocupar por el peso. Para rematar, sigue en mi mente la idea de extender el viaje por un par de meses más, lo cual no sé si haré, pero si en 21 días me he sentido cachetón, ¿qué será si me quedo tres meses descubriendo el mundo y sus comidas? En Facebook puse algo al respecto buscando consuelo, pero en vez de eso me encontré con amigos diciéndome que los jeans recuperaban su tamaño normal al lavarlos o que el alcohol inflama, que me cuidara de la cirrosis, lo cual no ayudó en nada a mi psiquis y al contrario dolió mucho.
Acá tengo dos formas de enfrentar los beneficios de andar conociendo mundo en un sabático y son: o como y me la paso bien sin renegar preocupándome de la dieta y del gimnasio al regresar a El Salvador, o me pongo a dieta desde ya, aunque el sentido común me indica que esta última alternativa no es una opción real.

Hablando de “Eat, Pray, Love”, me he estado cuestionando que es lo que realmente quiero conseguir haciendo este viaje. Lo he comparado con aquel viaje a Hawaii que hiciera en 1998, el cual estuviera lleno de símbolos de principio a fin, siendo el más grande aquel collar cuyo dije era una semilla de esas tierras con un velero tallado en su superficie, el cual al preguntarle al vendedor su significado me dijo “This is the Navigator. It means Find your Way” (“Este es el Navegador. Significa: Encuentra tu Camino”). Esas son palabras sencillas pero fueron muy fuertes en su momento y sobre todo, muy reveladoras. De hecho, definitivamente mi vida cambió completamente después de regresar de Honolulu. No sé si estoy buscando señales claras o encontrarme de nuevo a mí mismo, pero lo cierto es que no he encontrado aún esa luz que hace que se te encienda el bombillo y grites Eureka! ¿Será que no he estado atento a las señales? Obviamente la iluminación aparece cuando uno ya está preparado, pero aparentemente aún no lo he estado pues faltan experiencias por vivir antes de llegar a montar el famoso negocio el cual siento que estoy evadiendo. Buscando esa iluminación he ido en una pseudo-peregrinación al Monasterio de Montserrat en Cataluña, a visitar sin saberlo a la Virgen Negra de esas tierras, dónde la voz interna personificándose como mi madre física me hizo encender una vela de color morado para pedir por mis padres y por conseguir esa luz que tanto anhelo encontrar. En la Catedral del Mar de Barcelona ya había pedido a la Virgen del Mar interceder para que superar del todo los amores pasados, lo cual creo que he logrado bastante bien, aunque muchas veces al calor de las copas digo su nombre como echándole la culpa de estar solo en mis 40’s.

Al final las señales son como las estrellas en el Cielo. Están ahí enfrente de uno. Con las estrellas uno solo tiene que subir la mirada al firmamento y se encontrará con ellas. Las señales muchas veces están frente a nuestras narices, pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver, pues entonces pasan desapercibidas en lo que nos atormentamos mentalmente con cosas como estar cachetón en las fotos. Una señal clara que no he podido analizar todavía es que en todo mi recorrido he visto relaciones de pareja sumamente estables y que parecen complementarse perfectamente, lo cual me hace cuestionar nuevamente acerca del porque estoy solo.

Un lector del blog me dejo un comentario recientemente en el que me decía que yo le tengo fobia al amor o a enamorarme o estar enamorado, que veía claramente eso en lo que había estado escribiendo y me pidió que compartiera públicamente cual era mi definición de amor.
Durante varios días me dejó pensando, pues el amor es algo tan abstracto y personal, tan complejo y tan diferente para cada quién, que no es algo sencillo de expresar en palabras. Lo primero que nos enseñan en la educación Católica Apostólica y Romana es que Dios es Amor. Así que vamos a empezar por ahí. El amor nos rodea, nos invade, está por todas partes en sus diversas manifestaciones. Si bien ya hablamos de amor de pareja, la cosa se vuelve más compleja. El amor de pareja consiste en dar sin esperar nada a cambio por el placer de dar momentos de felicidad a la otra persona. Compartir tu tiempo, experiencias, aventuras, momentos, amigos, viajes, placeres con un ser que te da apoyo y consuelo, con quien puedes contar para sentir esa magia del placer íntimo y la ilusión de tener el apoyo para el resto de tu vida. ¿Bonito, no? Pero el problema con este tipo de mentalidad es que he encontrado gente que se ha querido aprovechar de mi de alguna u otra forma y más que miedo a enamorarme es que he estado reacio a comprometerme por miedo a salir herido de nuevo. He sido cortejado y he estado dispuesto en varias ocasiones pero obviamente no han sido las personas correctas ya que el click ha sido más una pasión temporal que un sentimiento profundo. Al amor lo tendré que dejar fluir cuando tenga que fluir, pero tal vez me desespera tener tanto que ofrecer pero no tener por el momento con quien compartirlo de una forma más íntima y mucho más allá de la amistad.
Con estos pensamientos les dejo por el momento. Mi tren a Valencia llegará en un rato a su destino, por lo que a disfrutar se ha dicho comiendo paella valenciana! Feliz Semana!

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