El sábado por la noche si me aseguré que fueramos a Trastevere y cenáramos en un agujero en la pared que publicitaba la calidad de sus alimentos como de primerísima calidad, con la suerte de tener un mantel cuadriculado, vino y luz de velas, para sentirnos como en una escena de “La Dama y el Vagabundo”, y así despedirnos por el momento de la Dolce Vita, después de asegurar nuestros regresos al tirar nuestras respectivas monedas en la Fontana di Trevi.... Y algo que comprobamos durante nuestra estadía, y con los diversos medios de transporte utilizados, es que al final, todos los caminos llevan a Roma!
jueves, 31 de enero de 2008
Roma - Epilogo
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