martes, 16 de octubre de 2007

Todos los caminos llevan a Roma


No me podía concentrar para escribir bien… Con un grupo de amigos y amigas auto-denominado la “Cofradía del Eterno Gozo” nos reunimos constantemente para conversar y pasar ratos muy amenos, y nos reunimos anoche para cocinar una pasta al estilo mediterráneo. Y cuando comencé estas líneas, eso era precisamente lo que no me dejaba concentrarme, pues mi estómago me pedía comida, pero estaba esperando que llegase mi jefe a Bogotá para reunirnos a cenar. Por suerte el hotel donde me hospedo allá tiene un excelente restaurante de pastas y a pesar de prometerme a mí mismo que no comería carbohidratos en este viaje, es demasiada la tentación de pensar en pasta a corto plazo y además tratar de escribir acerca un viaje a Italia, donde obviamente la pasta es algo fundamental en el diario vivir. Y definitivamente si mi relato anterior lo terminé hablando de la pasta, sin querer he trazado un hilo conductor entre una historia y otra… Pero pensándolo bien, Colombia e Italia están íntimamente relacionadas en este relato, ya que nuestro cliente en Bogotá nos pidió que quisiera visitar otro cliente que ya estuviera utilizando todos nuestros sistemas y que fuera como un modelo en nuestra operación. Y fue así como seleccionamos una línea aérea regional italiana, con base de operaciones en Roma, que tiene un excelente crecimiento internacional y cuenta con una gran base de nuestros productos para lograr sus objetivos a corto plazo.

Además la comitiva de nuestro cliente en Bogotá era muy grande, por lo que iba a requerir que tanto mi compañero de trabajo, Ian, y yo, los acompañásemos a Roma para garantizar el éxito de la visita. Nuestros clientes fijaron las fechas para finales de abril, con tanta suerte (no se decir si mala o buena) que uno de los días era feriado en Italia y sin querer íbamos todos a tener un día libre a la fuerza en medio de la ajetreada agenda que llevábamos. Excelente oportunidad para estrechar más los lazos con nuestros clientes! Y aparte de todo esto, yo tenía que llegar por lo menos dos días antes para reunirme con el cliente italiano y conversar cuales eran las expectativas de la visita, así como verificar el buen cumplimiento de muchos detalles de logística, desde la agenda, pasando al transporte y nuestra cena de celebración en el Centro de la Ciudad Eterna.

Y aquí es donde entra en escena mi señora madre… En el 2004 me agarró un día de buen humor y me comentó que uno de sus sueños desde niña era conocer París. Y para alguien que su pasión es viajar, es comprensible que me ablandara tanto, pero que también buscara la forma más económica de mandarla de viaje, sobre todo a la Vieja Europa. Yo no la acompañaría pues ya tenía planes de volar a Egipto ese año y tampoco me hubiera gustado que viajara sola. Así que le dije “si encuentra una amiga que pague el hotel allá, entonces yo les doy el pase de aerolínea para que viajen las dos juntas y claro, le doy para la comida, el transporte, los museos, etc…. Y eso no se lo dije a ninguna sorda! En palabras de mi mamá, agarró su agenda telefónica y empezó a llamarles a todas sus amigas como que era tele-marketing, promoviendo su posible viaje a París cuando las tarifas de pase eran sumamente baratas (desde el 2006 le subieron a mas del 75% de lo que originalmente costaba)… Y entonces entró en escena Mabel. (recuérdenme publicar en el Blog el itinerario detallado que les preparé día a día, pues eso le puede servir a más de alguien en el futuro como guía y referencia!)

Mabel es originaria de San Vicente, una ciudad en el centro geográfico de El Salvador y ella estaba dispuesta a pagar por el hotel. Y junto con mi madre llegaron un domingo por la tarde a mi apartamento viejo para conversar de los planes, buscar costos de hotel y además ver la posibilidad de hacer Roma en el mismo viaje. Y fue ese domingo, hace 3 años, que buscamos hoteles en Roma, y todos los precios por noche, hasta de lo más básico, no bajaba de 125 Euros la noche (contra los 65 Euros la noche en París), por lo que quedo completamente descartado. Pero a Mabel y a mi mamá les quedó la espinita enterrada y todos los años trataban de buscar una forma económica de viajar hacia Roma y todo el tiempo el precio era prohibitivo, si consideramos el ingreso para dos señoras jubiladas con salarios percibidos en colones toda su vida y con pensiones dolarizadas a la fuerza, viviendo muchas veces de la voluntad de los hijos.

Así que mi viaje de trabajo hacia Roma calzaba a la perfección con esos planes perpetuamente frustrados. A mi me iban a pagar 5 noches de hotel, así que solo ponía el costo de dos noches más y estábamos hechos, teníamos una semana completa en Roma. Y en lo que yo estaba trabajando, ellas podían perfectamente estar paseando. Además no quería que mi mamá anduviera sola, pues ya se cansa y que Mabel viniera con nosotros me ayudaba un poco el peso de estar pendiente de ella todo el tiempo.

Hubo dos cosas muy interesantes previas a este viaje y dignas de mencionarse, ya que ambas tienen que ver con la idea de viajar en forma premonitoria.
En diciembre del 2006, estaba buscando lugares para pasar el 31 de diciembre y los que consideré más probables en su momento fueron: Buenos Aires y Montevideo, Roma (conjuntamente con mi mamá y probablemente con mi hermano y su familia) y San Francisco… Ninguno de los viajes se dio para Año Nuevo, y de hecho fue hasta finales de enero que a través de la oficina comencé a programar los viajes de trabajo a los mismos tres lugares que hubiese mencionado como una posibilidad de festejo del nuevo año.


Y para hacerlo más dramático, mi mamá cuando recibió el calendario del 2007 en enero, ella comenzó a escribir cosas por hacer durante cada mes, y al detenerse en abril, anotó en abril el cumpleaños de mi sobrina Alexandra, pero también anotó el día 20 de abril como “viaje hacia Roma”. Y qué día se embarcaron mi mamá y Mabel hacia Roma? El día 19 de abril volaron hacia Nueva York, y el 21 volaron hacia Roma. Nada planeado con anterioridad, ya que yo les avisé dos semanas antes que empacaran sus maletas pues nos íbamos hacia Roma… Por algo en mi familia leen el tarot, la mano española y la mano!!!! Un sentido premonitorio increíble!

Además, así quiero viajar cuando sea grande! Gracias a Dios que mi mamá es la pensionada, pues no le bastó con ir a Roma… Mabel y ella pasaron dos noches en Nueva York; la semana conmigo en Roma; una semana en Chicago (invento de última hora de pasar conociendo, aprovechando que el avión de regreso de Europa iba a conectar ahí y que una amiga les iba a dar donde quedarse); dos semanas en San Antonio, Texas (para pasar el Día de las Madres con mi hermana e ir a la graduación del colegio de mi sobrina Alexandra) y para rematar, una semana en Miami!.... Mes y medio viajando! Que bárbaras! Y lo sorprendente es como hace para que le abunde el poquito dinero que lleva, ya que con su salario de jubilada es obvio que necesita el patrocinio de sus hijos, y como en algunos casos los padres se convierten en hijos de dominio de sus propios hijos, pues es evidente que se les asignará una cantidad limitada para el viaje, pues tampoco queremos malcriarlos ni mal acostumbrarlos. ;-)

1 comentario:

alassleves dijo...

aaaayyy, esto está linda y tiérnamente escrito. su mamá podría hacer quebrar a lonely planet enseñando a mochileros como viajar mucho con poco. que bonito.

Centro Europa 2006