miércoles, 24 de octubre de 2007

La Basilica de San Pedro en Roma - version Chill Out

El autor y su mama posando frente a la Basilica de San Pedro en Roma!

La Piedad de Miguel Angel

El Baldaquino de bronce de Bernini

Entrada del Santisimo en la Basilica de San Pedro


Ah! Que buena es la vida Chill-Out!
Este día me convencí que ya es parte integral de mi personalidad, pues me visitó una diseñadora de interiores para ver qué muebles podíamos poner en la sala de mi apartamento, pues ya los que tengo necesitan una actualización después de 15 años de uso y así para poder estrenar en forma el “Walter Lounge”. En mi primera reunión con ella le había pedido un concepto minimalista, pero con toques orientales. Y hoy que llegó y vió el apartamento me dijo: “lo que usted necesita es una decoración Chill-Out”. Obviamente la mujer se convirtió en mi nueva mejor amiga en ese momento, pues logró encontrar la personalidad que para nadie ha estado oculta, pero que los diseñadores anteriores no se tomaron el tiempo de buscar y conocer a su cliente.

Y justo el viernes anterior, mi amigo Luis me estaba preguntando si existía el concepto de decoración Chill Out, y Luisito, pues parece que sí. La platica inocua comenzó cuando quemándole la pata a Mai Thai, nos fuímos con Luis y Nelson a experimentar un lugar en la Zona Rosa de San Salvador, cuyo nombre “Chill OUT” nos atrajo, pero que resultó una burla, pues la decoración era muy adecuada, pero la música era puro regettón (tema de debate pues a Nelson le sonaba a Hip-Hop). En todo caso, le pedí amablemente a la mesera que si podía poner música Chill-Out verdadera y de todas formas me quedé esperando el Buddha Bar, pues en la computadora del lugar el Chill-Out resultó ser Foo Fighters, Oasis, Bon Jovi y cualquier sinfonía de rock alternativo de los noventas! El Chill estaba completamente “OUT” del lugar.

Y sí, la introducción no tiene nada que ver con el tópico de Roma en esta ocasión, aunque se puede unir si justificamos que la Ciudad Eterna es una de las capitales mundiales del diseño, tanto de modas como de interiores, y mi ropa sucia utilizada toda la noche anterior en el avión no me daba un aspecto muy Chill Out que se diga. Y tal vez para unirlo del todo, yo le comentaba a Luis que me era muy difícil escribir esta historia de Roma, pues estaba muy lleno de recuerdos de los otros viajes, a lo que Luis me respondió “qué mejor pues así haces flash-back y contas múltiples historias en una”. No se como saldrá Luis, pero tenés razón, los viajes anteriores sentaron las bases para este viaje, así que serán mencionados como complemento del actual! Será una historia Laaaaargga!. Pero basta de historias superficiales! Vamos adelante con Roma!

Como conté en mis experiencias con San Francisco, mi sentido de orientación es fabuloso y es por eso que mucha gente se confía en estar conmigo en un viaje, en una ciudad nueva o mejor aún, ya conocida por mis huesos… Pero el sentido de la orientación no existe si estás en el medio de la nada, sin un mapa, sin un punto de referencia o monumento específico que señale el camino hacia el punto de destino… Y mi mamá y Mabel estaban sumamente confiadas en que yo sabía exactamente lo que estaba haciendo en la estación de tren de Muratella, cuando la realidad es que no tenía la más mínima idea de para dónde íbamos, y creo que entre la premisa de “preguntando se llega a Roma” y la de “todos los caminos llevan a Roma” pues sencillamente buscamos que fuera la dirección correcta del tren (hacia el Centro) y que nos bajáramos en la estación “Trastevere”, para hacer conexión hacia la estación “San Pietro” y así que las señoras pudiesen rendir reverencia a su Santa Iglesia Católica y Apostólica, en su Casa Matriz, como primera parada de la Ciudad Eterna.

El primer inconveniente de la desértica estación de tren “Muratella” es que no había nada! Es decir, solo el andén del tren… Pero eso significaba que no había forma de comprar los boletos del tren. Asumí que los podíamos comprar a bordo como en otros trenes, pero no existía tal facilidad…. Anduvimos en tren bajo el riesgo que nos pusieran 150 Euros de multa por cabeza por estar de polizones y todo por no poder pagar una tarifa de 2 Euros por carrera! Este era uno de esos trenes de dos pisos, los cuales recorrí de arriba a abajo buscando una maquinita o un dispensador de boletos de tren, pero en su lugar solo encontraba enormes carteles en italiano que en tono acusador advertía de la jugosa multa por no llevar el boleto de tren…. Y una vez montado en el tren, qué podíamos hacer? Sencillamente me fui a sentar con mucha resignación, a esperar que el inspector del tren no apareciera en esos momentos, pues a pesar de ser un recorrido de solo cuatro estaciones, uno nunca sabe, y esto sin que las señoras se dieran cuenta, pues ellas estaban ensimismadas con el paisaje y la novedad del lugar.

Llegamos a la estación “Trastevere” donde para complicar más las cosas, había un total de 8 andenes, y no teníamos la mínima idea de cual era la dirección que tomar para ir a la Basílica de San Pedro… Pero como preguntando se llega a Roma, y tras comprar los boletos de tren (ya que era una estación más grande, con todo y un supermercado), pues nos embarcamos en dirección hacia “Casano”, observando que en el mapa “San Pietro” era la próxima parada. Así subimos muy campantes nuestro tren de conexión, donde unas ancianas de pelo muy blanco se sentaron a a nuestro lado… La confusión reinó cuando llegamos a la próxima estación y no era “San Pietro”!!! Y posiblemente las ancianas están acostumbradas a los turistas despistados y nos escucharon decir algo, pues una de las señoras nos informó que “San Pietro” era la próxima estación. La calma nos regresó nuevamente al cuerpo!

En los primeros dos viajes hacia Roma que yo hiciera (la primera vez con Lycenia unos días después de la Navidad del 2002 y la segunda vez con Samer, unos días después de la Navidad del 2004, y que en ambos casos nos regresamos a Dublín y a Barcelona respectivamente, ANTES del Año Nuevo), habíamos conseguido hoteles muy cerca del Vaticano. Cuestión de cuadras. En el 2002 había sido el Hotel Atlante Star (http://www.atlantehotels.com/English/home_Eng.htm), el cual ahora está impagable (y cuyo bar con la vista espectacular del Vaticano descubrimos hasta una hora antes de tomar nuestro taxi hacia el Aeropuerto en aquella ocasión) y en el 2004, el Hotel Franklin Feel the Sound (http://franklin.hotelinroma.com/) , un hotel muy interesante cuya principal atracción es que tenía un reproductor de discos compactos en cada habitación y una enorme colección de discos que prestaban a sus huéspedes como parte del entretenimiento del hotel. Así que después de estar dos veces hospedado a un paso de ratón de la Basílica de San Pedro, pues ahora estaba sumamente familiarizado con la zona y fue una caminata muy fácil de unos diez minutos desde la estación de tren hacia la imponente Basílica.

Entramos por el lateral izquierdo de la Plaza de San Pedro, y aparentemente el Papa había dado la misa dominical durante horas de la mañana, pues había cientos de sillas metálicas dispuestas en la plaza, con dirección hacia su cúpula, donde al final había un altar improvisado. La imponente Plaza está bordeada por una columnata elíptica que fuese diseñada por Gian Lorenzo Bernini durante el papado de Alejandro VII (alrededor del 1655) y donde de acuerdo a mi amiga Ivonne, si uno se para en un punto específico de la columnata, no se va a ver la curvatura del lugar si no que causará un efecto de línea recta, el cual por más que he tratado de ver, no he logrado todavía dilucidar. Suerte a ustedes en su intento! La mitad de las esculturas, fuentes, plazas y altares de la ciudad, fueron hechos en su momento por Bernini. Es arte netamente barroco, muy cargado y con inspiraciones muy a lo mitología griega.
Al centro de la Plaza se encuentra un obelisco egipcio auténtico (aunque sin jeroglíficos), que en esta ocasión se mostraba obviamente sin ornamentos navideños, que así es como había conocido el lugar en mis dos anteriores ocasiones, con un gigantesco árbol de Navidad y un aún más gigantesco nacimiento a un lado.

Mi mamá tiene una costumbre de pedir tres deseos cada vez que entra a una iglesia donde nunca antes ha puesto pie en su vida… Y San Pedro no sería la excepción (lo que si quisiera saber es cuantos deseos pidió durante su estadía en Roma, pues visitamos por lo menos unas 8 iglesias, sin contar las que ellas habrán hecho por su cuenta durante mis momentos de trabajo!, y más aún saber si se le han cumplido!), así que ni cortos ni perezosos nos encaminamos hacia la entrada del monumento para recordar que ni la Santa Sede se libra de la paranoia mundial, pues se tienen que pasar carteras y maletines a través de máquinas de Rayos X, y cada persona pasar bajo el detector de metales. Todo como un Aeropuerto, pero sin quitarse los zapatos, aunque la gente por costumbre tiraba sus bebidas (agua, gaseosas, etc.) en unos grandes basureros antes de pasar por seguridad (cosa que noté sumamente absurda, pues el guardia suizo al ver a mi mamá con la Coca Cola permanente con la que le gusta pasear, sencillamente la invitó a pasar sin necesidad de tirarla).

Los detectores de metales y Rayos X están ubicados del lado derecho de la columnata, y de ahí aún caminamos por lo menos unos 150 metros para llegar a la propia entrada de la Basílica de San Pedro, donde una vez adentro el esplendor es tal que por lo menos mi persona se pone a pensar la cantidad de dinero que la Iglesia Católica recolectó durante siglos para poder dar muestras de su poder que tenía que representar obviamente el Poder Celestial. Las tallas de madera, los pisos, paredes y columnas de mármol, las esculturas gigantescas, los vitrales multicolores del Altar Mayor donde su centro visual es la Paloma del Espíritu Santo, la Cúpula con tonos dorados y ocres, los mausoleos con réplicas de Papas acostados esculpidos en piedra pero que parecen embalsamados al estilo de Lenin, y solo el Baldaquino de Bronce de Bernini, con cuatro enormes columnas retorcidas, elevándose imponente frente al Altar Mayor de San Pedro, me dieron una pequeña idea de la cantidad de dinero que manejó la Iglesia entre bulas y diezmos obligatorios. Y eso es lo que se ve a simple vista. Ni idea lo que hay detrás de muchas de esas paredes.

Gracias a Dios que las señoras no inventaron subir a la Cúpula de San Pedro, donde a pesar de que la vista es espectacular, pues ya lo había hecho en aquellas dos ocasiones anteriores (una “con ascensore” y la otra “sin ascensore”, cuya diferencia es que en vez de subir 40,000 gradas, se suben 39,800 gradas) y no estaba con ánimos de subir escalones con partes sumamente inclinadas por la forma curva del lugar. En su lugar disfrutamos en tierra viendo la escultura de “La Pietá” de Miguel Angel, donde la Vírgen María sostiene a Cristo en sus brazos tras su muerte en la Cruz, si se puede disfrutar con una horda de japoneses tomando fotografías a algo muy precioso, aunque eso me recuerda la historia de una buena amiga que recientemente conocí y cual Princesa de Gales se casó en la Basílica de San Pedro, y a donde solo su familia más cercana participara, conjuntamente con la horda de turistas japoneses tomando fotos de su ceremonia.

Y entre nichos, estatuas, santos y vírgenes, de repente aparecieron tipos muy trajeados al estilo FBI, con radios de esos que se utilizan pegados al oído, y apartando a los visitantes hacia un lado pues venía una procesión con El Santísimo, algo que alegró sumamente a mi mamá, y que solo me recordó de la Misa de Navidad que participamos con Samer el 25 de diciembre del 2004, ya que en esa ocasión vimos una procesión similar, aunque la de ahora era más discreta. En aquel momento del 2004 desfilaron cardenales y obispos, encabezados por una vara dorada muy alta con la efigie de Cristo en la Cruz en su punta, y cuyos participantes tras ubicarse en sus lugares comenzaron a cantar, mientras nosotros esperábamos que comenzara la misa, hasta que nos dimos cuenta que era una misa cantada!

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