viernes, 27 de julio de 2007

Bogota y su Centro Historico!
















Ahora que ya les dije lo que no tienen que hacer la primera noche en Bogotá, pasemos a lo que si deben hacer el primer día en Bogotá.

A pesar de haber estado en múltiples ocasiones en dicha ciudad, nunca había hecho el tiempo para hacer turismo. Estábamos a punto de contratar un taxi para que nos llevara al Centro Histórico, pero Sandra logró contactar a Lucho, un colombiano que trabajó conjuntamente con ella en un proyecto de modernización del sistema judicial después de la guerra (si, ellos admiten que ahora hay que modernizarlo nuevamente pues el contexto socio-político de El Salvador ha cambiado desde entonces). Y bueno, Lucho se tomó la mañana y parte de la tarde para mostrarnos algo de su ciudad.

Fuimos al Barrio de la Candelaria en Bogotá, en el Centro Histórico de la ciudad, donde caminamos por un par de horas viendo los monumentos más significativos de la zona: la Catedral, la Plaza de Bolivar, el Capitolio Nacional (sede del Congreso de la República), la Alcaldía Mayor de Bogotá, el Palacio de Justicia, etc…
Conversando hace poco con mi amigo Jacobo, él me decía que en Bogotá llueve todos los días, y bueno, ese miércoles santo, después de pasar buscando durante un largo rato un estacionamiento para el auto de Lucho, que estuviera cerca de todos los lugares mencionados, al comenzar nuestra caminata, se desató la lluvia!

Hay algo que yo no entiendo de los viajes de placer… Siempre llueve y siempre uno termina comprando paraguas baratos… La primera vez fue en París, luego en Londres, luego en Dublín (donde el paraguas era de tan mala calidad que a la hora, con el primer mal viento se volteó completamente para atrás), y el mejor de todos fue el paraguas rojo y grande que compré en la Plaza Navona en Roma junto con Lycenia, después de habernos empapado por completo corriendo desde la Basílica de San Pedro en dirección a nuestro hotel que quedaba a unas cuantas cuadras. Claro, desde que compramos el paraguas rojo, nunca más volvió a llover, pero por lo menos nos servía cuando nos perdíamos, momento en el cual yo lo levantaba por los aires y Lycenia me ubicaba muy fácilmente entre la multitud. (ese paraguas al final terminó en las manos de una irlandesa pelirroja que era idéntica a la Miranda de “Sex and the City”)
Pues bueno… Sandra compró un paraguas, pues como buena mujer no quería mojarse el pelo para evitar que el pelo se le ondulara con la lluvia.

La lluvia iba y venía… Hubo un momento que entramos al Museo de Arte Colonial, (http://www.bogota.gov.co/vis/museoarte/museoartec.html) y el diluvio universal llegó en su máxima expresión. Pero estábamos adentro del museo, así que no había problema alguno que cayeran sapos y ranas en ese preciso instante.

Algo que me impresionó de los museos en Bogotá es la alta calidad internacional que manejan en sus exposiciones, teniendo un orden lógico y una presentación muy buena de sus obras.
El museo tiene una amplia exhibición de arte religioso que data de la época de la Colonia. Arte muy interesante por cierto, pues los rostros de todos los cuadros tenían caras donde el arrepentimiento, el temor a Dios y el miedo en general se mostraban como propios de una época donde la Iglesia tenía un gran control sobre el Estado y sus personas.
Pero esa es harina de otro costal. Sencillamente quedamos más horrorizados que encantados con un arte que estaba destinado para hacerme sentir aturdido y como un pecador que debía buscar el arrepentimiento. Creo que por eso me hice marinero en una vida pasada, para poder escapar de los sistemas restrictivos pre-establecidos.

Después de una sopa de goulash en el restaurante “Sopas de mamá y postres de la abuela”, tuvimos la oportunidad de ir al Museo del Oro (http://www.banrep.gov.co/museo/esp/home.htm) donde vimos como el arte pre-colombino era más interesante, y de donde surgieron todas esas leyendas del Dorado. Se pueden imaginar las caras de los españoles cuando vieron a los nativos cubiertos con oro desde la cabeza hasta los pies? Claro, los españoles traían espejitos y fue muy fácil el intercambio comercial con los locales… Claro, las riquezas que no salieron del Dorado, ahora las exhiben en el Museo del Oro del Banco de la República en Bogotá!

Algo que si nos faltó hacer y espero algún día hacer el tiempo para visitarlo es el Museo Botero, donde podríamos haber satisfecho nuestros sentidos con gorditas y gorditos (habríamos tenido por lo menos mejores malos pensamientos que los causados por los rostros de arrepentimiento del Museo de Arte Colonial).

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Centro Europa 2006